Libro 2 de la Serie Cuarteto de Pennington

Gemelas idénticas, la sensata Delia y la traviesa Cassandra Effington eran las debutantes más exquisitas que hubieran bailado alguna vez en vals en los salones londinenses. Se parecían en muchos aspectos... pero nadie hubiera esperado que fuera Delia la que se metiera en un lío. ¿Cómo ha llegado a ponerse en duda la buena reputación de esta joven dama? Una vez había sido la encantador y respetable Señorita Delia Effington, pero una decisión impulsiva -y el desastre consecuente- la forzaron a retirarse de la sociedad. Hasta que una noche, desesperada por hallar un poco de diversión, acudió a un baile haciéndose pasar por su hermana gemela y acaba bailando entre los fuertes brazos del atractivo Vizconde St. Stephens.

Delia cree que nunca ha conocido con anterioridad a este hombre que incita sus pasiones, pero algo en él le resulta familiar. Delia no sabe que St. Stephens, agente de la Corona, ha estado en su casa, protegiéndola bajo el disfraz de mayordomo. ¿Qué sucederá cuando la dama descubra la verdad sobre el hombre del que ha llegado a enamorarse?

Lo que en apariencia podía resultar una novela sosa, acaba siendo un libro entretenido, divertido y en ocasiones chispeante. No sólo tiene un ritmo rápido, sino que resulta muy fácil de leer y consigue hacerte pasar un buen rato.

Intentaré explicar un poco lo que me ha parecido esta novela y sus personajes.

En principio, tenemos a dos hermanas que se parecen como dos gotas de agua en lo físico, que no así interiormente, puesto que una es una damita seria y ponderada mientras la otra es más díscola y hasta gamberra. Lo cierto es que las gemelas o los gemelos en las novelas románticas dan bastante juego, por eso de los malos entendidos y las situaciones jocosas. En La dama en cuestión, no defrauda.

Delia, que es la hermana más seria y la protagonista de la historia, cae sin quererlo en el escándalo. Ya sabemos que un escándalo en ese tiempo dejaba fuera del mercado matrimonial a una mujer, se volvía una paria para todos y se veía excluida de los salones y las fiestas. El caso es que ella ha enviudado tras un matrimonio muy acelerado con un muchacho, y ahora es una mujer con dinero y libertad. Ya se sabe que tenían más libertad las viudas que las jovencitas casaderas. Y después de algún tiempo alejada de todos, regresa a Londres para emprender una nueva vida.

Aquí entra en juego el hombre que más tarde va a causarle dolores de cabeza: el mayordomo, de nombre Gordon, un sujeto serio, distante, que no es otro que un sujeto disfrazado en la búsqueda de algo que interesa al gobierno.

El protagonista de la historia, Gordon, pues no es mayordomo ni nada parecido. Está buscando algo importante y, a la vez, está protegiendo a Delia sin que ella lo sepa.

El argumento es rápido, con ciertos tintes de absurdo pero muy jocoso. Delia no reconoce en el tal Tony cuando lo encuentra en sociedad, al estirado mayordomo, claro que él entonces no lleva el pelo blanco, ni bigote, y viste de modo bastante distinto.

Los diálogos son divertidísimos, sus encontronazos me han hecho disfrutar de lo lindo y me he reído algunas veces en voz alta.

Delia es inteligente y Tony no lo es menos. A Delia se le perdona su fuga para casarse que es lo que la lleva a un escándalo, y a Tony se le perdona que esté durante un tiempo engañando a la joven viuda. Ella es un personaje directo, de lo que no se callan y Tony más de lo mismo.

En relación a las escenas románticas, me han gustado bastante.

Vale que no es una de esas novelas en las que vas acumulando tensión hasta el final, pero es muy entretenida, te la lees sin darte cuenta, lo pasas bien con esta pareja, y algunos personajes secundarios son muy buenos, aunque la autora no se ha centrado demasiado en ninguno.

No se trata de una novela de esas en las que puntúas relato histórico o personajes reales, es una novela de puro entretenimiento. ¿Qué más se puede pedir en un mundo donde todo va de cabeza? Pasar un rato con la sonrisa en la boca ya es más que suficiente para recomendarla. Y es lo que hago.