Isabel, hija de un noble sajón de la Inglaterra del siglo XI, presencia aterrada la invasión de las tierras de su familia a manos de un poderoso ejército de normandos que arrasará todo a su paso.

Sola, indefensa, intentará luchar contra el enemigo, pero nada podrá evitar que caiga en las crueles y temibles garras del líder de los invasores, un hombre implacable que cambiará el destino de Isabel para siempre. El duro y atractivo guerrero la tomará como prisionera y arrebatará a la bella joven todo lo que ella siempre ha considerado suyo, incluyendo su cuerpo y… su alma. A pesar de que todo está en su contra, la salvaje e intensa pasión que estallará entre ellos les obligará a enfrentarse a la traición y al odio de los que quieren separarles, y juntos forjarán una historia de amor que perdurará eternamente. Un amor que acabará convirtiéndose en leyenda.

Me ha resultado una historia intensa, desgarradora en ocasiones, que te sumerge de lleno en el siglo XI. Las primeras páginas me han resultado muy próximo a otros del estilo, por ejemplo, de La Hermandad de la Espada, de Kinley McGregor, pero enseguida me ha enganchado.

El relato no decae en ningún momento descubriendo la rudeza y violencia que se podía encontrar en la Edad Media, donde era más importante la vida de un caballo que de un campesino, mujer o niño. Aún así al protagonista y sus compañeros se les dota de una cierta humanidad y principios, que hacen que sea posible entrever un futuro juntos entre sajones y normandos.

Las dudas y el orgullo creo que están magistralmente conseguidas en la figura de Isabel; siendo ella sajona no se puede imaginar un futuro al lado de un normando. Mientras, el honor guía cada una de las acciones de Rohan Du Luc.

Los personajes secundarios de "Las espadas de sangre" merecen que se les dedique un libro entero a cada uno.
Aunque su lectura me ha resultado en algún momento algo violenta, me ha gustado bastante.

Le doy un 4 sobre 5.