Esperaba con ganas la historia de Bradshaw Carroway, personaje que me intrigó por su personalidad en los libros de sus hermanos Robert y Tristan. No me puedo quejar, porque su historia me ha encandilado, y me ha hecho reír. La pareja protagonista destila química y nos deleita con amenas discusiones. Suzanne Enoch ha acertado con esta historia tan romántica y adorable.

La señorita Zephyr Ponsley no es una dama típica, ni se calla la boca. Cuando ella y el capitán Carroway se conocen, saltan chispas entre ellos, y comienzan a tener una conversaciones de lo más entretenidas y llenas de enfrentamientos verbales para nada dañinos. Shaw recibe la orden de llevar al padre de la muchacha a diferentes islas para que recoja lo que quiera, pues es un famoso botánico. Zephyr no se queda atrás, suele ayudar a su padre en sus expediciones. Pero, además, tiene que cargar con unos aristócratas quejicas que le van a traer quebraderos de cabeza.

Zephyr desconfía del capitán de la Marina, pues lo cree poco inteligente y salvaje. Su opinión cambiará radicalmente cuando empiece a conocerle. Entre la inteligente joven y el no tan salvaje marine surgirá algo más que amistad.

¡Qué deliciosa historia de amor! Al principio temía que no me gustara, porque esperaba mucho de Bradshaw Carroway, pero a medida que iba leyendo, me fui enganchando y me reía con los diálogos tan chispeantes entre Shaw y Zephyr. Y si añadimos un simpático loro, pues las risas están aseguradas.

Eso sí, si hay algo que me ha chirriado es el nombre de la protagonista, es muy raro. Bradshaw tampoco es que me haga mucha ilusión, lo reconozco.

Los dos se entregan a sus discusiones, más amistosas que otra cosa. El amor va surgiendo poco a poco, y la curiosidad por conocerse mutuamente les lleva a juntarse cada vez más. Eso sí, Zephyr le pide a Carroway que se rija por las normas de comportamiento social que imperan en Londres, que la corteje. Shaw cede. Me gusta la dinámica entre ellos, de igual a igual.

Secundarios: la mayoría son unos cansinos (los quejicas que no hacen nada útil), y el padre de Zephyr es tonto de remate, por no saber valorar a su hija por encima de las plantas y los animales.

Un libro recomendable, muy bonito y ameno.

Nota: 4'5/5.

Libro 3 de la serie "El Club de los aventureros".

Tercera entrega de la serie el Club de los Aventureros donde nos encontramos con Bradshaw Carroway, que a los que leyeron la trilogía "Lecciones de amor" recordarán como uno de los hermano de los protagonistas del Canalla y el Héroe. No las tenía todas conmigo con este libro porque el primero de la serie, Conquistas a un seductor, me aburrió muchísimo, y aunque el segundo, Escandalosa, me gustó porque la historia era considerablemente mejor, siempre queda la duda de a cual se parecerá el siguiente, me animé finalmente a leer la tercera entrega y por suerte, sigue por el camino del segundo, no me arrepiento de haberlo leído.

Shaw lleva años en el ejército de la marina, capitanea su propio buque donde se siente de maravilla ya que el mar es su casa y donde se encuentra a gusto, pero después de una de las últimas batallas contra los franceses donde muere un buen amigo suyo, Shaw siente desasosiego ante su futuro, volver a embarcar y entrar en batalla ya no lo emocionan, ya no le provoca esa adrenalina que da sentido a la vida cuando sabes cual es tu lugar. Después de una temporada con sus hermanos en Londres, algo que suele desesperarlo ya que detesta estar en tierra y la sociedad de la clase alta Londinense, Shaw recibe órdenes de volver a embarcar, esta vez rumbo a Australia donde le indicarán cuales son sus órdenes finales, poco antes de partir Bradshaw es citado por el duque Sommerset que le encarga una misión que lo llevará hasta Tahiti y que le propone formar parte del club del cual es fundador, un club secreto de aventureros un poco descarriados que han pasado por momentos difíciles y que encuentran en la sede del club un sitio donde descansar de todo y de todos.

Bradshaw parte rumbo a Australia, y cuando llega se lleva la sorpresa de que sus órdenes son escoltar al botánico Sir Joseph Ponsley y a su hija, Zaphyr, al Caribe donde podrán seguir con su investigación de plantas y animales exóticos, sumado a un grupo de jóvenes nobles arrogantes e inútiles sin poca cosa que hacer.

Zaphyr lleva desde los quince años viajando por el mundo con su padre, es su ayudante en todos los sentidos, no conoce otra vida aunque en su interior reconoce que le gustaría ser diferente y tener la esperanza de un marido y familia. Inteligente, descarada y audaz, tiene una manera directa y franca de ser que no encaja para nada con el grupo de nobles que los acompañarán en la travesía hasta el Caribe, y que choca en seguida con el Capitán Bradshaw dando pie a batallas verbales que los mantendrán a los dos en guardia y con ganas de más.

Bradshaw en seguida siente por Zaphyr una fuerte atracción que no sólo radica en lo bonita que es la joven, sino en su comportamiento tan alejado de la cínica y banal sociedad de la que procede, una chica inteligente, que no le tiene miedo ni se arredra ante nada y que lo estimula en todos los sentidos, una joven que le hará replantearse muchas cosas.

Zaphyr no se entiende muy bien con los nobles del grupo, por su parte reconoce que no sabe comportarse entre la alta sociedad lo que le preocupa un poco por si algún día regresa a Londres, pero tampoco se para mucho a pensar en esas cuestiones, ayudar a su padre, y el capitán Shaw le quitan todo su tiempo, sobre todo este último que la tiene loca y que le provoca extraños sentimientos que no sabe como encajar.

Entre aventuras y altercados, el viaje prosigue su destino mientras Bradshaw intenta llegar a tiempo de cumplir con su misión y conocer mejor a la joven Zaphyr. Un libro entretenido y sencillo, no es un novelón y no dejará huella, pero me ha gustado mucho, en cuanto te sumerges en su lectura las páginas pasan rápidamente, me han gustado ambos protagonistas, sus riñas, sus diálogos inteligentes y sobre todo, como progresa poco a poco su relación, sin prisas , con todo a su tiempo.

Un bueno alto.