Tenía muchas ganas de volver a leer una historia de peso al más puro estilo Kinsale; con una trama bien tejida y una ambientación estupenda, que te sumerge en paisajes seductores y castillos medievales como elementos significativos dentro de la historia.

El libro se ha hecho ameno puesto que hay componentes de peligrosidad muy atractivos para que el ritmo no flaquee. Se podría decir que es una novela típicamente de aventuras, al modo tradicional pero con la peculiar narrativa que caracteriza a esta autora; tan lírica y compleja en la forma como cruel y desgajada en el contenido.

En cuanto a los protagonistas la autora repite fórmula; Allegreto, apodado Il Corvo, es un protagonista ambiguo, en este caso debido a un pasado estigmatizado por las perniciosas manipulaciones y con un fin muy marcado en su vida, asimismo, tiene miedo de mostrar sus debilidades ante los demás y poner su corazón al descubierto. En este punto, y a mi modo de ver, la autora echa mano de otro recurso muy similar que ya utilizó con el protagonista de El señor de la medianoche. Allegreto me ha fascinado porque no es un pirata corriente; es un ser instruido por Ligurio y, por lo tanto, con conocimientos, excomulgado por la iglesia y con el comportamiento sibilino de un astuto criminal. Ni a su nombre (más parecido al de un juglar), ni a su belleza (en la que tanto se incide), les he prestado atención porque no encajaban en la imagen que me he formado del protagonista, nada que ver con la del dichoso querubín.

Por otro lado me he encontrado con una fémina que comienza siendo una joven ingenua y falta de carácter, encerrada en su pequeño mundo y alimentada por sus propios deseos, pero que se transforma en una mujer con agallas obligada por las circunstancias. No obstante, y soslayando aquellas partes en las que lady Elayne o Elena (en italiano) saca la fiera que lleva dentro, me ha resultado una protagonista que a lo largo de la historia conserva su lado más candoroso en medio de tanta fechoría. Este aspecto de su carácter le hace ser ecuánime en sus decisiones, siempre intentando llevar la paz donde Allegreto solo ve enemistad y caos.

La relación de Allegreto y Elena no podía tener más trabas. Entre sus conflictos internos y los externos que acarrean la historia, este par de dos me ha mantenido con el alma en vilo, incluida la agresión y esas escenas pasionales de magnitudes solo determinables mediante la escala Richter. Conforme avanza la historia, los sucesivos encuentros de la pareja conservan su intensidad pero toman otro cariz, lo cual, para mi gusto, se agradece. Es, entonces, cuando la virulencia carnal da paso a una vehemencia sentimental mucho más destacable en Elena que en Allegreto, empecinado en conseguir sus propósitos y atado a su condición de paria.

Los personajes secundarios son muy variopintos. Por sus respectivas particularidades me han hecho dudar a cada instante, otro factor importante a tener en cuenta dentro de la intriga.

En resumidas cuentas, la historia de romance y acción que cuenta Corazón en sombras es digna sucesora de Por el corazón de mi dama. En ella he hallado una narración vibrante de argumento simple pero absorbente (engaños, ambiciones, deudas pendientes, luchas...), unos protagonistas imperfectos y de pasiones desbordantes que me han embelesado de principio a fin, y, en definitiva, con los ingredientes necesarios que hacen de la historia una lectura estimulante y entretenida.

Yo es que me lo he pasado muy bien, qué queréis que os diga. Como hace tiempo que no lo había pasado con esta autora.

Valoración personal: Muy buena.