- Romántica histórica
- Una rosa en invierno
Una rosa en invierno
Detalles del libro
- Romántica histórica
Era una lucha entre la fidelidad y el amor. La hermosa Erienne tenía el corazón dividido entre dos hombres. Su marido, un hombre misterioso, al que ni siquiera ha visto la cara, y un apuesto caballero, no menos enigmático, que parecía tener el intuitivo don de aparecer siempre que Erienne se encontraba en peligro y que ya había salvado la vida a la muchacha en varias ocasiones.
Erienne se había casado, por imposición paterna, con el más rico de sus pretendientes. Se había convertido en lady Saxton, señora de una ruinosa mansión, impresionante incluso en decadencia. Era una dama respetada. Pero no se sentía feliz. Su dilema, su terrible dilema se lo impedía. Un dilema que la mantenía dudando entre la lealtad al esposo y la atracción que sobre ella ejercía el otro. No dejaba de reconocer que, aunque en muchos momentos la presencia de su marido le asustaba, el hombre siempre había sido bueno con ella.
Nada podía reprocharle. Los reproches, en todo caso, se los tenía que aplicar a ella misma, cuando el fantasma del adulterio empezaba a cobrar vida en su imaginación y Erienne se preguntaba hasta que punto debía ser fiel a un hombre que adquirió en una subasta el derecho a hacerla suya y que llevaba el rostro cubierto por una máscara que ocultaba las cicatrices de las heridas producidas por las llamas de un incendio en el que estuvo a punto de perecer. Un incendio provocado por manos asesinas.
Opiniones de los usuarios
Avery Fleming, el padre de la chica, decidido a pagar sus deudas de juego no deja de buscar pretendientes que, ávidos por casarse con la hermosa joven, solucionen sus problemillas económicos. Los pretendientes son de lo más variopinto : viejos verdes, degenerados, decrépitos y todas las gamas posibles, no ciertamente lo que se dice un buen partido.
A esta lista de candidatos se une Christopher Seton, pero sus intenciones lejos están del matrimonio. Embelesado con la belleza de Erienne se propone seducirla, algo que no está lejos de conseguir, pero el descubrir que el señor Seton es el mismo que lisió a su hermano Farrell en un duelo, resta puntos a ojos de la joven.
Avery Fleming, harto de que su hija rechace a tan “prolíficos” pretendientes, organiza una subasta para que el mejor postor se case con ésta. Erienne, horrorizada, se encuentra sin darse cuenta sobre la tarima de tan descabellada subasta y casada con un misterioso caballero que, si bien es inmensamente rico, está lisiado y desfigurado, por lo que siempre oculta su rostro con una máscara de cuero.
Pese al temor que Lord Stuart Saxton, su marido, despierta en ella y con tal de alejarse de su inescrupuloso padre, Erienne no pone demasiados reparos. Tampoco tiene otra alternativa, ya que el bribón señor Seton no interviene -como es de esperar en un caballero- y la salve de tan funesto destino.
Instalada en la lóbrega mansión Saxton, Erienne inicia la convivencia con su aterrador y misterioso marido, quien jamás le permite ver su rostro desfigurado.
Pero pese al aspecto intimidante de éste, descubre en él a un hombre honorable y de buen corazón que no sólo se desvive por complacerla, sino que se jura enamorado de la joven.
Sin embargo, el persistente Christopher Seton no está dispuesto a renunciar a Erienne, sino que gracias a una lejano parentesco con Saxton, se cuela en su vida y aprovecha para tratar de seducirla y en cuanta ocasión se le presenta.
Erienne se encuentra dividida entre el sinvergüenza pero atractivo Christopher y el intachable y leal Stuart. A su pesar se siente atraída por ambos hombres, y en la disyuntiva de a quien entregar su corazón.
Mientras tanto una red de conspiraciones, asesinatos y chantajes se producen en la región. El padre de Stuart Saxton ya fue asesinado por una turba para desproveerlo de sus propiedades. Christopher sospecha que una nueva conspiración se está fraguando, tras el regreso del nuevo Lord a sus dominios, y pese a la rivalidad con éste por el corazón de Erienne, está dispuesto a intervenir.
Una rosa en invierno es sin duda una de las grandes novelas históricas. Es, seguramente como en mi caso, la causante de que muchas lectoras se enamoraran de este género.
La trama, la ambientación, los personajes… se conjugan hábilmente para seducir al lector.
El triángulo entre Erienne, Christopher y Stuart da pie a una trama apasionante. A medida que avanzas en la lectura vas intuyendo muchos de los interrogantes que crea Kathleen Woodiwiss, pero pese a ello, la novela atrapa por la ambientación y sus personajes, la riqueza narrativa de las descripciones, los ingeniosos diálogos y la profunda y hechizante trama romántica.
Christopher Seton es uno de los protagonistas más carismáticos que he leído. Su carácter pícaro, bribón pero la humanidad y profundidad de sentimientos que esconde tras esa aparente despreocupación, calan muy hondo.
Erienne es una protagonista muy en la línea a las que nos tiene acostumbradas K. Woodiwiss, una joven de gran belleza, dulce, pero con carácter. Pero pese a tanto dechado de virtudes es una protagonista que, a mi particularmente, me gusta mucho porque vemos cómo crece y evoluciona, cómo enfrenta sus problemas y cómo se encara al mismísimo Christopher Seton en un duelo de voluntades e ingenio.
Una rosa en invierno es una novela de las “obligadas” por decirlo de algún modo porque conjuga romance, misterio, aventuras, risas y muchas emociones.
Es una de las novelas clásicas y pese al tiempo transcurrido desde que la leí por primera vez, es una de mis preferidas.
En cierto modo recuerda un poco la trama de la bella y la bestia, pero bajo una ambientación diferente, personajes y situaciones muy diferentes. Es en definitiva una historia distinta, pero ese toque oscuro, melodramático, los personajes de Christopher, Erienne y el misterioso Stuart crean una novela apasionante e inolvidable.
En Una rosa en invierno Kathleen Woodiwiss nos adentra en una historia de amor atemporal, de ésas que perduran en tu memoria. Creo que es una de sus mejores obras y una de las joyas de valor incalculable del género romántico.