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El secreto de Pembrooke Park
Detalles del libro
- Clean Romance
Una casa llena de misterio, un lugar en el que nadie habla y una recién llegada.
Abigail Foster no quiere acabar siendo una solterona, pero sabe que su minúscula dote no le va a servir para incrementar sus encantos.
Cuando los problemas financieros fuerzan a su familia a vender su casa de Londres, un extraño abogado aparece con una oferta increíble: pueden irse a vivir a una lejana casa señorial que lleva dieciocho años abandonada. Los Foster emprenden viaje hacia la mansión de Pembrooke Park y al llegar, se la encuentran tal y como sus últimos habitantes la dejaron en su repen- tina partida: con las tazas con el té reseco, ropa en los armarios, una casa de muñecas abandonada mientras jugaban con ella...
El atractivo pastor del pueblo les da la bienvenida, pero a pesar de que tanto él como su familia parecen saber algo del pasado de la casa, tan solo advierte a Abigail que tenga cuidado con los intrusos que lleguen atraídos por los rumores de que en la casa se oculta un tesoro...
Opiniones de los usuarios
Abigail Foster y su familia se encuentran en una comprometida situación económica debido a una mala inversión. Esto los obliga a dejar su lujosa vida en Londres e ir a vivir al campo, a la mansión Pembrook, que una persona anónima les ofrece con una serie de condiciones. Abigail será la encargada de poner la casa a punto y pasará muchas horas sola allí y con sus nuevos vecinos. Empezará a desentrañar los misterios que aquel lugar oculta y se enamorará sin remedio del pastor, William.
No quiero desvelar más de la trama porque merece la pena leerla sin que te expliquen demasiado. La historia está bien narrada y es muy coherente. Se desarrolla de manera muy lenta y hay mucho desarrollo de personajes. Bueno, de algunos. Otros, tristemente, se quedan sin desarrollar y quieres saber más de ellos o de sus historias. Por ejemplo, siempre querré saber más de Harriet o del Señor Morgan o de Miles. Miles es mi personaje secundario favorito y creo que su historia es injusta, la verdad, pero, esto es una opinión personal.
Los misterios acompañan todo el libro, de principio a fin. La autora mantiene el aura un poco de miedo, parecida a la que hay en las novelas de las Brontë o en “La abadía de Northanger” de Jane Austen. Es cierto, no obstante, que a veces hay partes que se me han hecho más pesadas o repetitivas por el hecho de querer mantener siempre el misterio sin que pase nada hasta casi el final.
Los protagonistas me han gustado mucho. Abigail es una mujer pragmática que carga con la culpa de haber aconsejado mal a su padre. Conforme lees, llegas a conocerla perfectamente y me parece una mujer muy real y coherente. Me habría gustado más que se tratase su relación con su familia, que queda como algo superficial.
William es un personaje que se hace querer. Es el pastor del pueblo y se desvive por su familia y por los demás. En seguida se enamora de Abigail y es una relación muy bonita y romántica, la verdad. Lo único que puede sacar un poco de quicio es que, al ser pastor, hay demasiadas referencias religiosas. Esto es una constante en los libros de Julie Klassen, pero, en esta ocasión, se pasa un poco. Hay pasajes enteros de la misa o de la Biblia, sin que aporten nada a la trama, de tal manera que me sentía sumamente tentada a saltármelos directamente. Es la pega mayor que le veo a la novela.
Los personajes secundarios son todos muy interesantes y van interactuando, en mayor o menor medida, con la trama y con los protagonistas en cada página del libro.
En general, es una buena novela. No es mi favorita de esta autora, pero le doy un 4/5.
Ha sido un placer disfrutar de una relación tan preciosa aunque haya sido con cuentagotas. Partimos de que está sujeta a un código social y, además, como añadido, muy condicionada por la situación personal de los personajes, así como por la existencia de algún malentendido y las opciones que marcan la relación. Pero, por encima de todo, se aprecian unos sentimientos tan puros...
El misterio está muy bien logrado, mejor que en La institutriz silenciosa, siendo, a mi modo de ver, La hija del tutor un punto y aparte, será porque este libro y su autora fue todo un descubrimiento para mí y le guardo un cariño distinto.
Me ha encantado el juego de identidades que se lleva a cabo y cómo se resuelve todo al final, que he leído del tirón porque me tenía en ascuas. A decir verdad, por un momento he tenido la sensación de ser una niña pequeña que se prepara para dormir, en su camita y bien arropadita pero con los ojos como platos porque su mamá le está leyendo el final de una historia muy interesante… Y es en los últimos capítulos cada personaje cuenta su propio relato y se van atando cabos.
Los protagonistas y los personajes secundarios están muy bien encajados en su entorno, la forma en que la autora los relaciona evoca en “algo” al estilo de los clásicos. Nos encontramos con Gilbert, William, Mac, Leah, Kitty, Miles, Duncan, los Morgan, la señora Weeb… En fin, con una adorable comunidad rural que esconde algunos secretillos.
Con lo que me gustan los casoplones antiguos me hubiese encantado estar en la piel de Abigail y entrar en contacto con ese tipo de atmósfera, en especial con un elemento vintage muy atractivo que no revelo porque forma parte de la intriga.
Abigail me ha sorprendido, es una mujer con autonomía en un tiempo dominado por hombres. La relación con su padre me ha resultado curiosa. Pero también me ha dado pena en cuestiones sentimentales porque ese es su punto débil.
Prefiero no hacer referencia al protagonista masculino para no dar pistas, pero decir que me ha fascinado es quedarme corta. La manera de entrar o salir de escena cuando las circunstancias lo requieren, además de su capacidad para enamorar con sus diálogos y sus actos han hecho que me quedase colgada de él al instante.
La ambientación es magnífica, el paisaje con sus días lluviosos y soleados, la descripción de la mansión, la iglesia y su típico cementerio, el vestuario… Todo se visualiza a la perfección.
La única pega que le pongo es sobre una escena que se me ha descolgado en el desenlace con el fin de que esa parte hubiese quedado más redonda, tal vez un poco precipitada esa situación en concreto.
Por otro lado, encuentro que la historia contiene un mensaje lleno de buenos valores que me ha encantado.
En definitiva, El secreto de Pembroke Park es una lectura amena, tranquila y muy sencilla, la primera parte se me ha hecho un poco lenta debido a la presentación de los diversos personajes y su situación dentro de la historia, pero una vez superada me he visto envuelta en una especie de maraña que no podía dejar de leer, sobre todo al final, que es donde se descubre todo el misterio.
Como es habitual en esta autora, su estilo es impecable tanto en la forma como en el fondo. Los personajes junto con sus sentimientos no pueden estar mejor descritos ¡Te los crees por completo!
Seguiré leyendo a esta autora porque, para mi gusto, su lectura es calidad.
Muy recomendable.
Lo que más me ha impactado ha sido la protagonista. Aquí es realmente la que lleva la carga de toda la historia. Es una mujer inusual para su época, es fuerte, bondadosa y humilde. Es bonita, pero la hermosura de su hermana pequeña siempre le ha dado una inseguridad que esta ha ido acrecentando con saña. Después de la quiebra y vendida la casa, dejan a Abigail sola a cargo de poner en marcha Pembrooke Park y es ahí donde empieza esta historia llena de misterio e intriga.
Desde el momento en que llega a la mansión, la narración empieza a envolverte con una magia tal que te ves envuelto en una red de misterio, debido a las investigaciones de Abigail dentro de la mansión, buscando una habitación donde se cree que hay un tesoro y que ha descubierto gracias a unas cartas enviadas por un personaje misterioso. Hay también una casa de muñecas donde Abigail va descubriendo pistas.
Al mismo tiempo conoce a la familia Chapman que se ocupan de guardar la mansión. Entre ellos están Mac, el antiguo administrador, un enorme escocés que la recibe con una fiereza que después se va limando. William, el atractivo vicario que siente una instantánea atracción por ella y que es correspondida. Leah y Kitty, la mayor y la pequeña de las hermanas con las cuales Abigail empieza una bonita amistad y que poco a poco ayudarán a desvelar todos los secretos. Y también aparece uno de los últimos habitantes de la misteriosa mansión, Miles Pembrooke que nadie sabe por qué aparece y del que todos desconfían a veces. Porque también hay por ahí un criado, Duncan, que no sabes por dónde cogerlo. En fin, que la autora te lleva por donde quiere y te cuesta mucho centrar en alguien las sospechas.
Desde el momento que Abigail entra en la mansión y empieza a conocer a todos los personajes de Pembroke y los misterios que los envuelven a ellos y a la mansión, todo se vuelve tremendamente absorbente. Empiezas a ver y oír los ruidos y los fantasmas que ve ella en la mansión, a sospechar de cada uno de los personajes conforme van apareciendo, y ya no sabes en quién confiar y en quién no. Está tan bien llevada la trama de la historia, que hasta el final no se desvela prácticamente nada y después, poco a poco, se va desvelando todo en prácticamente uno o dos capítulos.
En cuanto a la relación amorosa, pasa a segundo lugar debido a la intensidad con la que se vive toda la atmósfera de los misterios por descubrir y aunque hay varios personajes que pueden ser los elegidos y hay episodios románticos y bonitos con ellos, no tienes muy claro quién será el escogido. Aunque supongo que cada lectora tendrá una preferencia, para mí ha sido el mejor el que ha resultado ser, aunque se resuelva en el último capítulo.
La ambientación y recreación de la época excelente. Ha sido como vivir en 1818 y pasear por sus mansiones y por las calles de sus pueblos, ver salir el sol y pasear bajo las fuertes lluvias debajo de un paraguas que apenas me cubría... Así de bien describe la autora las pequeñas y grandes circunstancias. Me gusta como lo transcribe todo minuciosamente, lo que te hace introducirte fácilmente en el retrato que hace de la época de la mansión del pueblo y sus habitantes.
Me gusta mucho el estilo narrativo que tiene esta autora. Me resulta fácil su lectura y me cala rápidamente. Para mí es una lectura muy recomendable.
He adivinado los pilares en los que se basa esta autora para hacer sus historias inolvidables, denominador común que tienen las tres novelas que he leído: personaje femenino delicado a la vez que fuerte, misterio y un estilo envidiable. Me dejo uno en el tintero para más adelante.
Abigail es una muchacha inusual para la época, sobre sus delicados hombros existe una gran carga como es organizar su familia. A pesar de que no es huérfana, sus padres gozan de buena salud, los primogénitos no dudan en consultar los temas más complejos con nuestra protagonista. Al comienzo del libro vemos cómo una desanimada Abigail busca desesperadamente remediar la situación de su familia, puesto que casi están en la ruina por una mala decisión de su padre -animado por ella-. La joven no puede evitar el sentimiento de culpa así que cuando una inesperada propuesta llega a su desahuciado hogar no duda en aceptar.
Las condiciones del acuerdo son muy extrañas: los Foster irán a vivir a una mansión abandonada, Pembrooke Park, con sirvientes pagados a cambio de una ridícula suma de dinero. No adquieren la propiedad pero sí podrán usar la vivienda y acomodarla a sus necesidades. Cuando Abigail llega en compañía de su padre encuentra una casa sellada a cal y canto, llena de polvo y telarañas, la muchacha no duda en trabajar duro para que su madre y hermana vean su nuevo hogar en las mejores condiciones. Para más inri, el padre acaba dejando sola a su hija para volver a la ciudad a resolver ciertas cuestiones.
Abigail se verá rodeada de extraños, viviendo en una casa maldita y rodeada de misterios. En el pueblo nadie habla de la familia que antes habitaba esa casa llena de entresijos, todos huyen atemorizados de las preguntas de la joven dama, solo pueden advertirle de una cosa: que tenga cuidado con los cazafortunas porque en Pembrooke Park hay un tesoro que muchos quieren.
Aprenderá a marchas forzadas a integrarse entre los huidizos vecinos, ganándose su confianza con sus buenas intenciones y mientras tanto recabando pistas para averiguar todo lo que quiere.
Me ha encantado esta protagonista porque es fuerte, a pesar de las restricciones de la época ella no duda en confiar en su instinto y luchar por lo que cree. Es bondadosa, sincera y humilde. Intenta que los comentarios maliciosos no el afecten, en el fondo tiene sus inseguridades, sobre todo con el tema de los hombres, ella siempre ha estado bajo la sombra de su hermana, su amor propio se ve tocado por culpa de cierto arquitecto.
En Pembrooke Park conocerá a la familia Chapman, el señor Chapman era el antiguo administrador de la mansión y sabe mucho sobre los misterios de la casa, pero es imposible sacarle prenda. El hijo (William), pastor de la zona, se acercará más a la joven y aunque al principio se niega a decirle nada de la maldición de esa casa al final ayuda a Abigail.
Leah y Kitty serán de gran ayuda en todo este puzzle, aunque la primera no se preste directamente ayudar por un miedo atroz que tiene a hablar de la mansión, Kitty a pesar de ser muy jovencita a través de sus juegos en Pembrooke Park ayudará a Abigail a reunir grandes pistas, muchas se esconden en una despampanante casa de muñecas.
Otro punto del que había hablado era la parte del misterio, tanto en esta novela como en las anteriores que he leído un pilar fundamental es ese velo lleno de intriga que siempre tiene como marco una mansión con extraños ruidos por las noches e incluso presencias fantasmagóricas. En este aspecto, me recordó mucho a «La hija del tutor» otro de sus títulos, publicado con otra editorial. No penséis que se trata de una lectura ligera porque hay que estar ojo avizor, la autora te va llevando por donde ella quiere llegando a tal punto que ya no sabes quién es bueno o quién malo. A este respecto me han confundido mucho tres personajes: Miles, William y Duncan, no diré nada más para no matar la historia.
Creo que en esta historia ha ido más allá y el misterio ha comido gran protagonismo a la historia romántica. Esto no desmerece la historia porque me ha encantado igualmente, pero dependiendo de qué queréis encontrar en esta historia igual alguien se ha sentido engañado. Cuando empecé el libro estaba buscando a la pareja protagonista, con quién se iba a quedar Abigail, a partir del tercer capítulo me daba igual a quién escogiera solo quería saber el condenado acertijo de las misteriosas cartas.
El tercer punto decía que era el estilo, Julie Klassen tiene tanta clase a la hora de escribir que solo puedo pensar «ojalá pudiera escribir a mitad de bien que ella», solo con la mitad ya sería feliz de por vida. Si nos ponemos a analizar fríamente la historia podéis pensar que es sencilla, que antes de llegar al final más o menos intuimos de qué va todo -muy al final porque antes estamos perdidos- pero si somos objetivos y sinceros hay que pensar: qué envidia más insana me da esta escritora, qué bien escribe.
Qué difícil es conseguir que el lector se meta de lleno en tu historia, por un par de días he sido Abigail Foster y he vivido en Pembrooke Park: he recorrido cada recoveco de la casa en busca de pistas, he ido a la iglesia, sospeché de todas las personas habidas y por haber, se me pusieron los pelos de punta con los ruidos nocturnos en la casa... A través de las letras de Julie Klassen he hecho un viaje en el tiempo a la Inglaterra de 1818. Esto es lo que marca la diferencia entre un libro entretenido a una joya que releeré más de una vez.
Me queda ese as que no mencioné al principio y tiene que ver con las relaciones que escribe esta protagonista. Aquí no hay sexo ni escenas explícitas, es novela blanca y podéis leer y leer y no encontrar nada más que miradas y sonrojos, más aún en este libro porque la autora robó protagonismo a la relación dejándola casi en un segundo plano. Todas se cuecen a fuego lento y tardan en surgir pero son tan bonitas...
Sí que es cierto que antes del epílogo eché en falta un capítulo más para terminar de cuajar esta relación, me es imposible no compararla con las otras novelas y quizás esta unión no ha sido mi favorita. Me ha gustado pero no llegó al punto de fascinación como con las otras («La institutriz silenciosa» o «La hija del tutor»). La autora pudo haberle sacado más chicha a esa especie de triángulo y a la condición/profesión de uno de ellos, otro punto a explorar interesante. Es inevitable hacer comparaciones (odiosas) entre los libros de una misma autora.
Para terminar la reseña solo quiero decir que si aún no conocéis a esta autora ya estáis tardando en conocerla, leáis lo que leáis, cuando alguien escribe tan bien como lo hace Julie Klassen da igual el género porque lo vais a disfrutar sí o sí. Estoy deseando que llegue febrero para poder devorar otro de sus libros, lástima que la paciencia no sea una de mis virtudes.
Ojalá más editoriales apostaran por la calidad y de paso por la novela romántica histórica.