Santa, este año... ¡voy a ser mala!

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Detalles del libro

Subgénero
  • Comedia Romántica
Fecha
06 de Diciembre, 2024
Editorial
¡Lo quiero!

Siempre he estado en la lista de chicas buenas de Santa Claus.

¿Cómo no iba a estarlo? Soy la que siempre se sacrifica por los demás, ayudándoles con cualquier problema a cualquier hora. Soy la que... cuando descubrió a su novio enrollándose con mi hermana en Nochebuena, me tragué el dolor, les dije que lo entendía y les di mi bendición. Porque eso es lo que hace una buena chica, dejar que otros sean felices, aunque sea a costa de su felicidad...

También soy la que aceptó ayudarles a organizar su boda navideña al año siguiente, a pesar de que esa siempre había sido mi boda soñada con él, pero cuando, solo quedaban diez días, descubrí algo que fundió todas mis buenas intenciones con ellos.

Se acabó la chica buena... esto es la guerra. Van a probar su propia medicina.

Voy a dinamitar esa boda. ¿A mi hermana le gusta robarme novios? Pues voy a traer uno a casa esta Navidad al que no va a poder resistirse. Andrew Norton es el tío más capullo de mi oficina. Y también el más guapo, el más tatuado y el más musculoso. Un bad boy de manual. Mi antihombre. Con lo que no contaba es con que me volviera loca a mí...

Moraleja: ser una chica mala, puede volverse en tu contra. Puede hacerte sudar, jadear y desear cosas que nunca antes habías querido.

Opiniones de los usuarios

2 opiniones
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Mucho más que una novela de Navidad
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4.0
Es la historia de amor de Nataly y Andrew, quienes demuestran que los polos opuestos se atraen y hacen nuestra vida más divertida y enriquecedora, ya que la diferencia enriquece y no tiene por qué separar.

Sin embargo, también gracias a este choque de trenes inicial, la autora pone de relieve cómo las apariencias engañan y la realidad dista mucho de la ficción. Por ello, envía un mensaje más que necesario al respecto de que demos más segundas oportunidades en la vida y sobre todo, de que, antes de emitir cualquier opinión o juicio al respecto de los demás, dejemos atrás ruidos y rumores externos y seamos, en cambio, lo suficientemente independientes y maduros como para formar la nuestra propia. Podríamos sorprendernos... para bien o para mal.

Por eso, me ha gustado el comentario al respecto de los tatuajes por parte de Andrew - aunque en realidad él me ha gustado todo - ya que, en más de un caso, los tatuajes esconden un motivo o un mensaje bastante específico al respecto de un momento puntual o una persona en concreto de la cual no sabemos nada. Así que fuera de contexto, soltamos el comentario... metiendo la pata.

Y en este sentido, pues, de manera involuntaria, la autora creo que también lo aplica con la propia literatura. Y aun más, con la literatura romántica, ya que de todos los géneros suele ser el más denotado y criticado. Cuando, como bien demuestra esta propia novela, puede servir de indicador y subrayador de aquellos aspectos de nuestra sociedad que no son tan bonitos o llamativos. De ahí que trasciende su carácter de pasatiempo y se convierte en un arma e instrumento de denuncia que, incluso puede convertirse también en el revulsivo que un lector necesita en su vida, al sentirse identificado con un determinado personaje. Y darse cuenta así de si estaba actuando bien o mal... decidiendo después si quiere seguir la misma dinámica o no que él.

En este sentido, Madison, la hermana de Nataly es quien mejor lo representa. Pero sobre ella volveremos más adelante. Porque tiene mucha tela que cortar.

Más que nada porque no puedo no terminar de hablar de este par inicial sin tener en cuenta un mensaje muy importante que tiene que ver con el amor, el cual aparece dónde, cuándo y con quién menos lo esperamos. Por eso, tenemos que tener los ojos bien abiertos, ya que incluso aquellos que pueden parecer que no nos pegan nada, pueden resultar ser la persona más adecuada para nosotros.

De ahí que no debamos presentar batalla al amor o renegar del sentimiento porque es una guerra perdida desde el inicio. De la misma manera que tampoco tenemos que negar la aparición o llegada de nuevas personas a nuestras vidas, ya que jamás sabremos cuán importantes pueden ser en nuestras vidas.

Y hablando de amor, voy a entrar ya en materia del sentimiento porque, a su vez, este gran tema me va a permitir desarrollar y analizar más temas asociados al mismo que se tocan de manera más o menos profunda entre las páginas de la novela.

De entrada, se habla del amor a la familia, el cual puede ser sano... o tóxico. Y, aunque en este caso, ambos tienen rasgos comunes en lo que a la negatividad familiar se refiere, en este sentido es Nataly quien se lleva la palma.

Por supuesto, se pone de relieve cuán difícil y dura es la paternidad. Pero también se incide en dos cosas:

- La primera que hay que saber distinguir lo que es la educación de la mala crianza, porque no por darle y consentirlo todo lo que pida o se le antoje, lo estamos criando o educando mejor. Al contrario, lo que estamos haciendo es crear una ilusión vital, una sociedad de esfuerzo cero amén de pequeños dictadores y verdaderos expertos de la manipulación con tal de conseguir y obtener el último antojo que le pasó por la cabeza.

- Y también, que tenemos que respetar la individualidad de cada uno de nuestros hijos y sobre todo, evitar las comparaciones, ya que son todas odiosas. Incluso aunque se crea que no es otra cosa que un pique sano. Principalmente porque, las buenas intenciones están llenas de daño. Y las palabras tiene un poder mucho más grande del que podríamos pensar a priori. Y sobre todo porque, a base repetirlo, puede convertirse en algo mucho más serio que puede derivar en envidias, rencores, competiciones continuas e incluso en odios.

Una dinámica bastante tóxica que está bien presente entre Nat y su hermana, que no se llevan nada bien y que sirve para ejemplificar bastante bien la ausencia de sororidad en nuestra sociedad. Y sobre todo en cómo, aún hoy continuamos alimentando la idea del enfrentamiento y el de considerar a las mujeres más como enemigas que como amigas, cuando, si lo hiciéramos justo al contrario, el mundo sería un lugar mejor.

Dinámica alimentada por todos de manera consciente o inconsciente, incluyendo ahí a Nataly. Quien demuestra dos cosas también: la importancia y el tremendo impacto que tienen las circunstancias en las que hemos sido criados a la hora de desarrollar una personalidad o una autoestima determinadas. Pero sobre todo destaca y ejemplifica muy bien en la idea tan enraizada del imaginario colectivo acerca de que, de buenos, somos tontos.

Y todo ello se debe a lo poco que estamos acostumbrado a la empatía genuina. De ahí que la familia no dude en aprovecharse de ella todo lo que puede y más creando y creándole una dependencia emocional que ha minado a lo largo de los años su autoestima de una manera tal, que no es capaz de entender la idea de que la quieran por ser quien es y no porque sea la encargada y responsable de organizar y poner en práctica las actividades y comidas durante las reuniones familiares. Cuando no es así.

Es cierto que, en todas las familias, cada miembro tiene su rol establecido, pero me ha dado mucha pena, amén de que yo también me he sentido en parte identificada y por eso, cual Andrew, he sentido verdadera indignación al darme cuenta cómo ellos han contribuido en tan buena manera en esta baja autoestima que Nataly tiene y que tan bien tiene oculta a ojos de los demás.

Por eso, el mensaje que se extrae de todo esto y que tiene que ver con la importancia del uso de la palabra - no es uno de los que más me ha gustado. Porque no estamos acostumbrado a una negativa y, principalmente porque, si sabemos hacerlo, puede cambiarnos la vida. Y comenzar a vivir y no simplemente sobrevivir porque, en realidad, ni uno ni otro a causa de sus diferentes responsabilidades familiares lo hace. De ahí que esa interacción más íntima entre ambos termine siendo tan positiva para ambos.

Evidentemente, el mero hecho de ser familia, no tiene por qué conllevar el brote o surgimiento del amor entre sus miembros, pero tampoco nos tiene por qué llevar a pensar que, se nos consentirá o perdonará todo precisamente por ese motivo. Ya que ahí le estamos restando la importancia que ese tipo de relaciones tienen en nuestra sociedad. De ahí que tenemos que demostrar de manera pública y privada ese interés, ya que quien algo quiere, algo le cuesta. Y nunca están de más esas pequeñas acciones a modo de recordatorio conveniente.

Por eso, el menosprecio y el paternalismo continuo que sufre Nataly no me ha gustado durante buena parte de la novela.

Y asociado a esto, también tenemos que tener bien presente que la familia es la que tenemos y la que nos ha tocado en suerte - o no - de ahí que tampoco tengamos que menospreciarla o hacerla de menos porque no cumplan con los estándares o estereotipos que son coincidentes con los nuestros o con los que querríamos tener. Ya que eso tampoco es un síntoma de buen amor. De ahí que Andrew en este sentido es quien mejor lo representa. Y lo que explica también en parte por qué actúa como actúa y lo hace como lo hace.

No puedo no concluir este gran tema de la paternidad para indicar y tener bien presente que, no hay un modo único o correcto para ejercerla. Eso sí, siempre hay que tener bien presente el bienestar del niño, el cual será la prioridad. Incluso en aquellos casos en los que los padres dejen de ser pareja.

La paternidad también debe ser una decisión tomada con reflexión y tiempo. Para la cual necesitamos tiempo. Pero, también tenemos que recordar que el ser humano es evolución y que, tampoco podemos criticar o considerar como algo negativo cambiar de idea al respecto. Más que nada porque no son pocas las ocasiones en las que un niño salva una vida... literalmente hablando. O puede servir de realización para terminar de madurar. De golpe. Ya que la madurez no está asociada a una edad determinada, sino a una personalidad.

Por último, me ha gustado mucho también, el homenaje más que necesario a los abuelos. Y el elemento de crítica relacionada con la sociedad contemporánea asociado a su presencia. En este sentido, la metáfora asociada al negocio familiar de Nataly está muy bien traída.

Porque, estamos en una sociedad de consumismo, usar y tirar. Y por eso, si no es inmediato al menos en sus resultados, tendemos a despreciarlo o desecharlo. Sin embargo, la sabiduría de los abuelos, proviene de las experiencias de la vida, y por eso no tienen valor material. Además de eso, a veces conviene detenerse y realizar actividades con el mismo y el tiempo que necesitan, disfrutando del proceso. Porque el resultado merecerá la pena.
Así que entiendo por qué Nat se enfada con respecto a que no le dejen relacionarse como ella cree que merece con su abuela. Es para ponerse así.

Y al respecto de los abuelos, me ha gustado que incida en el hecho de que nadie se marcha del todo si continuamos recordándolos, sea del modo que sea. Y que el duelo, a su vez, tampoco puede estandarizarse ya que al ser un sentimiento cada persona lo expresa o lo gestiona de un modo diferente. Mejor o peor, no. Individual.

Pero que, como con todos los sentimientos, la mesura es también importante y no conviene que nos regodeemos en el mismo, porque ahí iniciarían esos rasgos de toxicidad y por tanto, no viviríamos, sino que sobreviviríamos.

Así que no es de extrañar que, cada vez más, sean las personas que estén siendo conscientes de ello y estemos dando un paso atrás - para bien - en lo que a tomarnos las cosas que merecen la pena con el tiempo y la calma que requieren. Y sobre todo, que nos demos cuenta del valioso regalo que es el tiempo junto a las personas que queremos... por eso, poco a poco y, aunque no cerrado, se atisban esos primeros pasos en la mejoría de todos. Tampoco tendría sentido por otra parte, ya que es un proceso que requiere su tiempo.

Tiempo y comunicación, que han de ser los pilares básicos de cualquier relación, sea de pareja o no. Porque, cuando falta uno de esos elementos o no tiene la suficiente fortaleza, esta hace aguas. De ahí la importancia de la comunicación, y de saber usar bien las palabras. Ya que, como dije anteriormente, pueden hacer mucho daño para bien o para mal.

Sin embargo, no lo hacemos porque, precisamente somos conscientes de su fortaleza y tenemos mucho miedo al juicio externo, que preferimos callar o no actuar antes de dar ese paso. Amén de que lo asociamos como un síntoma de debilidad... cuando no lo es.
Solo los más valientes deciden compartir su mundo interior, de manera más o menos sutil con el resto.

Por eso, la dinámica entre el par protagonista está muy bien desarrollada ya que, al conocerse de alguien, algunos esbozos de la personalidad, sí que conocen y por eso, se dan cuenta de que, una cosa es quizás lo que dicen con las palabras, y otras con los gestos. Animando así también a que estemos más pendientes a lo que sucede a nuestro alrededor porque la comunicación no verbal es igual o más importante que la verbal.

Pero, es más, cuando no sepamos comunicarnos, tenemos que recurrir a la ayuda de un profesional. Por eso, la normalidad que su presencia tendría que tener en nuestras vidas, está desarrollada de manera muy fluida y también, la importancia que tiene al respecto de un personaje determinado. Que es tan odiable a primera impresión que, el lector se da cuenta de que hay algo ahí que no está bien del todo. Aunque eso no quita que sea susceptible de recibir una palma abierta durante buena parte de la novela, eso sí.

Y eso del miedo a la comunicación puede aplicarse también con el amor. Aunque, como ya he dicho anteriormente, no podemos huir de él.

Eso sí, es sabio y poderoso, de ahí que podrá encontrar el momento y el lugar adecuado para aparecer. Porque no hay que forzar nada, ya que si no, a la larga traerá más infelicidad que felicidad. Hay que saber aceptar el rol y el lugar que tenemos en la vida de cada uno.

Por eso, la actitud del cucaracho - de lo más caprichoso - lo refleja tan bien. Amén de ser un magnífico ejemplo de lo egoísta que somos como sociedad, puesto que solo parecemos sentir interés y curiosidad por lo genuino que ya no nos pertenece, dando de lado o menospreciando a lo que tenemos a nuestro alrededor. Lo cual, a veces merece la pena y otras no.

Y ha sido interesante también poder apreciar cómo el concepto del amor y de las relaciones ha evolucionado tantísimo con el tiempo. Ya que antes, los matrimonios solían ser para toda la vida, mientras que ahora se tiene mucho miedo a cualquier cosa que suponga un compromiso a medio/largo plazo.

Prefiriendo entonces el insta love o el no complicarnos la vida con el riesgo que supone el compromiso y de ahí que recurramos a momentos fugaces y sexo. Lo cual también es un error, al menos en lo que a lo segundo se refiere, porque no podemos olvidar la importancia que tienen las relaciones sexuales en cualquier relación y sobre todo, cómo, a base de compartir tanta intimidad, se pueden desarrollar sentimientos de otro tipo... que es justo lo que aquí sucede.

Amén de que, tenemos que tener bien presente otra cosa relacionada con este par. Y es que, toda mentira tiene su parte de verdad. Y sobre todo, que del amor al odio hay solo un paso. De ahí que la química camuflada de antipatía que este par sentía el uno por el otro era imposible de negar.

Eso sí, también ha quedado muy presente y muy bien ejecutado el último mensaje importante de esta novela, que es la importancia del amor propio. Porque, si no nos queremos bien a nosotros mismos ni tenemos una autoestima bien desarrollada, no podremos querer bien a los demás y consentiremos maltrato físico y psicológico hacia nuestra persona. Para lo cual, tolerancia cero.

Solo así conseguiremos ser felices, tener una vida plena y parecer que vivimos en una navidad continua. Así de poderoso es el amor que hasta el más Grinch sucumbe a él.

No puedo no concluir estas líneas sin decir que, aunque a todos nos atraen los malotes o los bad boys de primeras, la realidad es que queremos un chico buena, un hombre que nos trate bien, pero que tenga una boca sucia y una mente aún más sucia para estar plenamente satisfechas.

O al menos, en mi caso, eso es lo que yo quiero con respecto al señor Andrew Norton, la mezcla y el equilibrio perfecto entre malo, pícaro y encantador con corazón.

Así que, se acerca la Navidad y también me he portado mal...

Si queréis saber de qué hablo, leed este libro. Y preparaos para querer ser malas.
No vais a ver los dulces ni la cocina de la misma manera, os lo aseguro.
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Esta familia esta para encerrar
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Seguimos en modo navideño. Lo que me gusta a mí leer este tipo de historias en esta época. Es como si todo lo viviéramos de una forma más amplificada.

De este libro lo primero que me llamó la atención es el título, no me digáis que no tiene guasa, y aunque jamás había leído nada de esta autora, las buenas críticas la precedían, así que cogí mi taza de chocolate caliente, los calcetines gordos y me preparé para pasar una tarde tranquila. Por supuesto, no tenía ni idea de lo que me esperaba.

Nataly Evans siempre ha sido una buena chica, incluso cuando se encontró a su hermana con su novio en una situación comprometida,( como cajón que no cierra) , y este decidió que era buen momento para pedirle matrimonio (a su hermana que no a ella), para salvar la situación. Se obligó a poner la otra mejilla y claudicar. Del episodio X ha transcurrido un año, y cómo no, Madison, ha pensado que no solo podía robarle el novio, sino el sueño de cómo debía ser el día mas feliz de su vida, y ella como buena pringada que no sabe decir "No", accede a ser su Wedding Planner, y ¿cuándo han decidido celebrar tan dulce enlace? En Navidad por supuesto.

Andrew Norton es el chico malo por excelencia, bueno al menos es la imagen que proyecta, guapo hasta decir basta, tatuado, con pircings, vamos un rompe enaguas en toda regla. Además, es la némesis de Nataly. Se disputan el puesto de director en la empresa para la que trabajan, así que cuando esta le propone que vaya a casa con ella por navidades e intente beneficiarse a su hermana, a cambio ella se retirará para el puesto. En un primer momento a él le parece toda una fantasía, pero al final accederá.

Nataly tiene un plan, sabe que su hermana en cuanto vea a semejante espécimen no podrá resistir arrebatárselo (como todo en esta vida), la boda saltará por los aires y al fin se hará justicia juajuajua. (Léase con risa de bruja de Blancanieves).

Es el primer libro que leo de esta autora y debo de reconocer que su pluma me ha cautivado. A lo largo de 339 páginas con capítulos narrados a dos voces, viviremos junto a nuestros protagonistas unas navidades inolvidables y un poco bizarras.

Los personajes que nos presentan, para mí en algunos momentos son incluso cuestionables. Nataly es una cenicienta moderna, su familia la trata mas como una criada que como un ser humano. Son egoístas, egocéntricos, snobs y necesitan mucha terapia. No asimilo como una madre puede comportarse así. Le da igual pisotearla con tal que Madison esté contenta, y lo peor, es que ella está tan acostumbrada que le ha generado un gran problema de autoestima. Qué decir de Maddy. Esa chica es veneno, malcriada, consentida es una psicópata en potencia y la familia la apoya y venera. Dylan (el novio/cuñado) me han dado ganas de tirarlo por el precipicio mas próximo. No es que tenga moral gris, es que carece de ella. De la familia Evans la única que se salva es Arizona, esa chica es la única alma buena que encontraremos, el resto merecen cianuro.

Andrew también tiene sus fantasmas, se siente culpable por algo que él no pudo hacer nada, su hermano Thomas se lo echa en cara cada vez que puede, su padre está pasando por una depresión de la que no se ve capaz de salir y su hermano menor es una bala perdida sin oficio ni beneficio. Pero para él, la familia es lo más importante, y aunque tenga pinta de chico duro, en el fondo tiene un corazón de oro, que solo quiere amar y ser amado. Y gracias al cielo la evolución de los personajes es hacia la luz, huyendo de las tinieblas en las que se ven envueltas.

Aunque por mis palabras creas que es un peñazo psicológico, nada mas lejos de la realidad, a ver, es cierto que esta familia necesitaría un pase de por vida en la López Ibor, como quien se va a un spa, pero esto es una romcom con enemies to lovers y ambientación navideña, así que también encontraremos diálogos divertidos, escenas surrealistas, risas a doquier, spicy, y mucho amor que hará que devores sus páginas como un sediento en un oasis.
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