Hace poco leí un post sobre el valor relativo de las malas críticas. Pero las lectoras acabaron apartándose del asunto y empezaron a hablar de algo diferente. ¿Cuándo dejamos de leer a una determinada autora, que ya no nos gusta tanto como en el pasado?
No es la primera vez que veo tratado el tema, y las respuestas siguen siendo más o menos iguales. Un solo libro suele bastar para saber qué relación tendremos con un escritor. Lees una novela e inmediatamente te dices: a) ¡me ha encantado! voy a buscar todos sus libros; b) me ha gustado, y posiblemente leeré más de esta persona, pero no me voy a volver loca buscando su nueva publicación; c) ¡uf! no conecté, no es para mí, no voy a repetir.
Pero, ¿y para dejarlo? Tenemos una autora que es de nuestras favoritas. Y, sin embargo, últimamente sus novelas ya no nos gustan tanto y llega un momento en que lo dejamos. ¿Cuánto tardamos? Pues más de un libro, seguro. Si es una autora de la que hemos leído bastante, una mala novela no nos apartará de ella. Le damos una nueva oportunidad, o dos o tres.
¡Ah, pero es que la romántica tiene una perversa costumbre! Las series. Te enganchan. Y son difíciles de dejar. Como las de la tele. Una serie es un compromiso a largo plazo, un matrimonio. No hablo siquiera de trilogías, sino de esas series que van desde la media docena «hasta al infinito y más allá»… Unas se centran en un grupo o una familia (los Cynster, los Montgomery), pero los protagonistas cambian de un libro a otro. Otras repiten protagonistas, como Eve y Rourke de J.D. Robb que se acercan ya a la cuarentena de libros…
Si te gustan los primeros libros, no lo dejas a la primera decepción. Junto a la historia particular de cada novela, puede haber una trama más general que se desarrolla a lo largo de varias, un misterio que resolver, o un personaje secundario muy atractivo del que deseas conocer su historia de amor. ¿Cómo dejarlo sin saber qué pasa después?
Las quejas suelen ser de dos tipos y, paradójicamente, opuestas: hay quien deja las series cuando se vuelven repetitivas («son más de lo mismo») y hay quien lo hace cuando han cambiado tanto que «ya no es lo que era».
Personalmente, las series no me gustan demasiado. A menudo me parece que a un primer libro deslumbrante le siguen otros anodinos que ruedan cuesta abajo hasta el decepcionante final. Así que en general, suelo dejarlas con relativa facilidad. No me molesta especialmente quedarme con un misterio sin resolver, o no conocer al gran amor del enésimo Hermano de la Daga Negra de nombre desafiante.
En el caso de la romántica en español, sin embargo, puede que las cosas sean distintas. Aquí no tenemos tanto donde elegir. Las bibliotecas públicas no suelen comprar nuestros libros, así que es difícil probar y dejar gratis. Si te has gastado dinero en una novela, te esfuerzas por encontrarle el gusto. Además, el libro digital no está tan difundido. Si tienes veinte novelas pendientes de leer en tu e-book, con coste medio de cuatro euros cada una, es más fácil que «pases» de la que no te está haciendo tilín.
Y con las series hay problemas añadidos. A veces nos las dejan a la mitad. O las traducen desordenadas. Véanse los libros de Susan Elizabeth Phillips, cualquier parecido con el orden cronológico original es pura coincidencia.
Tardé años en dejar de leer a Johanna Lindsey, Jayne Ann Krentz o Nora Roberts, a pesar de que cada vez me costaba más conectar con sus novelas. Simplemente, no había más donde elegir.
Pero ahora, ¿cuánto tardamos en dejar de leer a una autora que ya no nos gusta?
Y en cuanto a las series, ¿las leemos siempre hasta el último libro, o en algún momento las dejamos?
Artículo realizado por Bona Caballero.
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