En una época en que vivimos acuciados por las prisas y el estrés, en la que todo transcurre con celeridad, en ocasiones una novela romántica nos regala un instante de paz, de evasión o de esperanza. Porque creer y confiar en los finales felices siempre es una pequeña inyección de fe. Más en los tiempos que corren.
Tiempos en los que a veces las personas entran y salen de nuestras vidas -o tal vez pasen de puntillas- casi sin que nos percatemos de ello. Siendo así, puede que conceptos como «para siempre», «en el recuerdo» o «eternidad» no transmitan mucho o parezca que importen demasiado.
Hoy me preguntaba si nos pasa igual con las autoras. ¿Entran y salen de nuestras estanterías sin que nos percatemos de ello? ¿Cuántas permanecerán en nuestro recuerdo?
Calculo que a día de hoy podemos elegir entre casi cien novelas románticas al mes, lo que por otra parte supone un buen número de autoras. Incluso se puede elegir entre un libro de papel o un libro electrónico.
Debo confesar que yo particularmente soy incapaz de recordar la lista de novedades cuando antes lo hacía sin problemas. Claro, las listas crecen y también puede que me me falle más la memoria.
Como no es mi intención seguir divagando sin llegar a ningún lado, me centraré en el quid de la cuestión -de esta cuestión- y es que revisando mis estanterías de novelas románticas me he percatado que conservo novelas de autoras que, tristemente, ya han fallecido como Johanna Lindsey, Julie Garwood, Jo Beverley, Kathleen Woodiwiss, Kathleen Givens, Ronda Thompson, Elizabeth Thornton, Rebecca Ryman… También Edith Layton, autora que nunca llegó a publicarse en nuestro país. Eso sin mencionar autoras clásicas como Jane Austen, por supuesto. Y no quiero ni debo olvidarme de Corín Tellado.
Algunas de estas autoras que menciono o algunas de sus novelas -para unas serán unas, para otras serán otras- marcaron a muchas lectoras. Sobre todo aquéllas que hace ya una o más décadas que leen romántica. En mi caso, las hubo que cuando las leí por primera vez dejaron una huella indeleble. Muchas de ellas fueron las primeras que leí de este género. Y aunque la cantidad de libros que voy conservando crece y crece -así como el número de autoras que leo- sé que entre estas autoras las hay que seguiré recordando pasen los años que pasen y sus novelas conservando.
Fueron ellas las que nos abrieron las puertas de al mundo de la romántica tal como hoy lo conocemos. Un mundo que una vez que exploras y te adentras en él te muestra esa seña suya tan intrínseca e irrepetible: historias cargadas de emociones, aventuras, amor, desamor y esperanza. Historias que si tienes suerte perdurarán en tu recuerdo y, ¿por qué no?, también en tu corazón.
Me aventuro a conjeturar que autoras como las que menciono en el futuro seguirán estando en las estanterías -ya sean físicas o virtuales- de muchas lectoras. Y será así a pesar de las cientos y cientos de novelas mensuales, a pesar de tantas y tantas autoras como haya.
¿Y sabéis por qué creo que es así? Porque autoras como Kathleen Woodiwiss, Johanna Lindsey, Kathleen Givens o Elizabeth Thornton forman parte de algo -permitidme la licencia- que podríamos llamar el Olimpo de las autoras románticas. Bueno… si os atrae más la mitología escandinava que la griega, llamémosle El Valhalla.
Al fin son esas autoras ya desaparecidas que formaron y formarán siempre parte de las estanterías de miles y miles de lectoras. Autoras que con sus prodigiosas plumas y encantadoras novelas conquistaron el corazón, tal vez renuente, de muchas lectoras. Autoras que fueron pioneras de una época y de un género. Creo y confío en que son autoras que no quedarán en el olvido.
¿En el futuro no habrá alguien que recuerde a Ruark y Shanna, Aislinn y Wulfgar, Erienne o Christopher, a los hermanos Wulf, a Abbie y Hugh, a Olivia y Jai, Nell MacCurrie y Eileen Ronley, o alguna de las novelas de Corín Tellado?
Así, quisiera creer que aún en tiempos como en los que vivimos, tal vez superficiales, a veces vanos, y muy acelerados, donde todo dura un suspiro y no queda espacio a veces ni para saborear pequeñas delicias, sí queda lugar para que las autoras de romántica dejen huella y dejen su impronta. Porque con su pluma nos regalaron momentos de descanso, de solaz, momentos mágicos en medio de días tediosos, monótonos, y nos permitieron viajar con la imaginación lejos de nuestros problemas.
Por ellas, a ellas, a las autoras que un día nos dejaron, va este pequeño homenaje. ¡Gracias por vuestras novelas!
Artículo realizado por Mariam en 2012 y actualizado en 2024.
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