He leído mucho acerca de la II Guerra mundial, aunque siempre han sido relatos en los cuales el trasfondo eran Francia e Inglaterra, e incluso en otros países, pero que trascurriera en Alemania, con la gente corriente y la aristocracia, este es el primero. La acción se centra en la zona este, cerca de Berlín, en una pequeña localidad donde existe una mansión con un Barón que se ocupa de la finca y de sus moradores.

El libro empieza con el relato en 1939. Alemania está en guerra, pero la familia Von Dranitz no ve muy afectado el transcurrir de sus vidas y sigue con sus costumbres ancestrales, fiestas, cacerías, banquetes... Los viejos recordando tiempos mejores, cuando el Káiser era la cabeza reinante y la vida floreciendo alrededor.

La historia sigue, compaginando el pasado con los años 1990/91 y, relatada por cuatro de los personajes principales, los cuales son cuatro mujeres: Franzisca, la protagonista más relevante y la que junta el sentir de todas las demás; Jenny, su nieta; Mine, la criada que tenían en casa, cuando la mansión estaba en todo su esplendor y un gran apoyo para Franziska cuando vuelve allí y, finalmente, Elfriede, la hermana que constituye un misterio hasta prácticamente el final del libro, ya que fue la única de la familia que se quedó en la mansión y la que desvela todo lo ocurrido realmente.

Franzisca vuelve después de cuarenta años a su patria. Fue expulsada de allí, le expropiaron los rusos todo lo que tenía y logró rehacer su vida fuera de la Alemania comunista, pero ahora que ha caído el muro de Berlín y ha empezado la reunificación, vuelve para conseguir la casa de sus antepasados. Allí se encontrará, al principio, con el odio de sus gentes, a los que tendrá que convencer que lo único que quiere es recuperar el antiguo esplendor de la finca y darles lugares de trabajo.

Me ha impresionado mucho el retrato de estos años, el sentir de la gente de a pie y las consecuencias de una guerra que en esta zona fue altamente dañina. He sentido el miedo de la gente, las mentiras y la desconfianza que imperaba a todos los niveles. Así mismo, he visto el estado en que estaban las ciudades, la decadencia y la falta de recursos, el abandono general y la miseria que era la zona después de estos acontecimientos.

Hay una tensión permanente, ya que al principio no conocemos prácticamente nada de lo sucedido. Todo se va desvelando a lo largo de los capítulos y de un diario que escribió Elfriede y, conforme lo vas entendiendo, se te van poniendo los pelos de punta. Es al final cuando puedes componer una historia real de lo sucedido y, te preguntas cómo el ser humano puede llegar a ser tan cruel, y a la vez cómo existe, entre esta maldad, personas que son buenas de fondo y hacen que puedas creer en la humanidad.

La guerra no se ve directamente, solo las consecuencias que llevaron a la partición de Alemania en dos, una democrática y la otra comunista. Los personajes masculinos no tienen un peso esencial en la historia, ya que no conocemos bien lo que sienten, son estas cuatro mujeres las que nos enseñan todo lo que va sucediendo y lo que van sintiendo, pero hay varios personajes que me han llamado mucho la atención. Ulli, el nieto de Mine; Müke, una chica que influencia mucho a Jenny; Heni, el hermano pequeño de Franzisca y, por supuesto el eterno amor de Franzisca, el comandante Iversen.

Es un gran libro que nos demuestra el sentir del otro pueblo alemán, el normal y sencillo de a pie. La historia de tres generaciones de mujeres, las cuales vivieron tiempos tumultuosos y vieron cambiar su estilo de vida de un plumazo. Vemos cuánto daño pueden hacer las guerras y cuanto afecta al pueblo llano, y lo poco que le importa realmente los conflictos políticos. Todos quieren vivir tranquilos, tener trabajo y ver crecer sanos a sus hijos.

Ha sido una experiencia enriquecedora leer La Mansión. Y tengo que decir que ha sido un placer leer el libro, además, por su buena encuadernación y la preciosa portada, que atrae al lector a hacerse con él.