Una novela con muchas sorpresas de esas que solo quieres devorar para ver qué pasa, así es esta novela de Mercedes Ron.

Empezamos con una chica llamada Noah, que es una adolescente que se ve obligada por su madre a mudarse de casa porque se ha casado en secreto con un multimillonario en un crucero en el que se encontraron, en ese momento ella estaba en Canadá y tiene que mudarse a la costa de Los Ángeles. Tenía una vida perfecta pero su madre no quiso dejarla sola en Canadá por lo que tenía que aguantar a su padrastro, el señor millonario al que ella no conocía de nada.

Por otro lado tenemos a su hermanastro, un chico que tiene toda la pinta de ser un muermo, ya que estudia derecho en la universidad y dice a su padre cosas como que tiene que hacer un proyecto, pero la realidad es otra, es adicto a las mujeres, a las fiestas y a tener mala vida, por así decirlo, de carreras ilegales a peleas ilegales entre bandas, siendo él y su amigo Lion los jefes de la misma, o al menos eso es lo que parece.

La tensión entre ellos es tal que solo hay dos cosas que hacer, o dejar que se maten o dejar que se líen y, en menor y mayor medida suceden los dos casos.

La novela presenta un enemies to lovers que a mí por lo menos me apasiona, ya que es mi cliché favorito y si mencionamos lo de los hermanastros peor me lo pones, ya que aunque los padres estén casados no hay ningún parentesco. La pluma de la autora, pese a que me lo dejé alguna vez por los estudios, es muy ágil y divertida, que me ha matado de risa en algunas ocasiones y en otras me ha dado ganas de matar a alguien, cosa que en un libro, sino tienes algo que sentir mejor que no lo leas, o eso es lo que pienso.

La novela, sobre todo ese giro dramático al final, que no puedo contar porque sino haía spoiler y la cosa ya no tendría gracia, me han vuelto loca y he terminado por devorar el libro. Me ha parecido una novela fresca para desconectar de la universidad y el bloqueo de meses que he tenido por su culpa.

La novela cumple con su cometido.