Cada vez que me miras – Bethany Bells
Lady Marjorie Palace, hija del conde de Kerringtown, suele pasear cada mañana por Hyde Park antes de sentarse en un banco, siempre el mismo: aquel en el que se sentaba de niña con su abuela, para comer dulces y disfrutar de un ratito de diversión.
Pero, últimamente, no disfruta igual de ese momento por culpa del hombre que ha empezado a ocupar el banco de enfrente. Está ya siempre cuando llega, y allí queda cuando Marjorie se va. Ni siquiera tiene la cortesía de saludar, se limita a mirarla con fijeza a través de sus gafas tintadas.
Es muy atractivo, Marjorie no lo niega, pero no le gusta el descaro con el que la mira, de modo que, un día, decidida y sin hacer caso de los consejos de su doncella, se acerca y se lo reprocha. Entonces, descubre que es ciego.
Morgan Knightsridge, hijo de un importante empresario, hombre rico y poderoso, pero sin lazos familiares con la nobleza, nació ciego por causa de unas cataratas. Está acostumbrado a la negrura más absoluta y no ha echado nada de menos, hasta que oye la voz de una joven y todo cambia.
Desde entonces, el deseo de contemplar su rostro, de verla de verdad, se ha convertido en su mayor anhelo. Pero no se lo dirá, del mismo modo en que jamás le hará el menor comentario romántico, porque no quiere ser una carga. Cree que, lo más que puede sentir ella por él, es piedad, y no podría soportarlo.