He terminado de leer esta novela con una sonrisa porque ha sido una buenísima lectura en estos días de calor, no es que el libro venga con un helado, es que leer una historia como ésta, sencilla, con el día a día de unos personajes a veces supone un cambio refrescante.

Lys es una mujer a la que la vida ha golpeado donde más duele, no sólo por la muerte de su hijo de meses, sino que a consecuencia de esto se produjo el divorcio.

Posteriormente y como se le daba bien cocinar montó una cafetería que tuvo que cerrar por la venta del inmueble, así que al final se encontró trabajando como cocinera para una familia importante de Dublín. Cocinar no es su principal afición, en realidad es escritora e ilustradora de cuentos infantiles, pero la escritura no da lo suficiente para vivir.

Todos los días antes de dejar su trabajo tiene que preparar una fiambrera con la cena del hermano de la dueña de la casa, que vive en la casa de al lado. No lo conoce, así que teniendo en cuenta la edad de su jefa, supone que es un solterón y le deja unas notitas ingeniosas con la comida, con son correspondidas con sentido del humor por parte del este señor.

Pero casualidades de la vida Connor, que así se llama el hermano de la jefa, y Lys llegan a conocerse y la vida de ambos da un cambio de 180 º.

Es una novela que me ha encantado y no se trata de unos amores tormentosos, como muchas veces encontramos en la novela romántica, la verdad es que la atracción entre los dos es inmediata, existe complicidad y reciprocidad, a lo largo de la narración la autora va desarrollando toda la historia de esta pareja, con sus miedos, sus esperanzas, los traumas que todo ser humano guarda en la recámara y lo hace tan bien, con esa manera que tiene de profundizar en las pequeñas cosas de la vida, lo cotidiano, la superación, que es una pena que se termine la novela. Olivia Ardey ha sabido transmitir muy bien esa atracción, que es inmediata en los protagonistas, no solo a nivel físico sino con esa complicidad de las almas gemelas. A lo largo de la novela se van aclarando muchas dudas existentes en el pasado de Lys, el desapego de una madre adolescente a la que apenas trató, los amores de su abuela con un hombre que no era su abuelo, y que de una manera u otra ha formado el carácter de nuestra protagonista.

Me ha gustado Lys es una persona generosa, cercana, pero con las ideas muy claras no tiene muchos amigos, algo normal después de un divorcio, pero suele confiar en la gente y hace amigos de la manera más insólita y Connor es la réplica perfecta, es atractivo, honesto leal, en fin un protagonista de lujo.

Los protagonistas son ellos dos pero a la vez hay una historia secundaria encantadora, que me ha llevado a reflexionar que muchas veces una simple oportunidad hace que una persona dé el salto y tire para adelante aún en los momentos más difíciles. Pero no sólo estos secundarios sino que el resto están estupendamente perfilados, haciéndolos cercanos al lector.

Además de la historia romántica, la autora nos lleva de la mano de su pluma por Irlanda enseñándonos sus tradiciones, sus ciudades, sus costumbres y lo hace estupendamente hasta el punto que me sentido introducida dentro de estos escenarios.

Para mí leer una novela de Olivia Ardey siempre es una delicia, porque escribe bien, es amena y rápidamente te introduce en la historia pero esta me ha parecido tan real que como ya digo: una pena que se acabase.

Lys Scott es una mujer que se siente perdida. Después de un matrimonio acabado de forma trágica tras una desgracia en su vida, Lys se encierra en lo único que la mantiene ocupada de mente y de cuerpo, mientras intenta encauzar de nuevo su vida... Un trabajo temporal, y un concurso de fotografía pondrá en su camino a un hombre inesperado, que la hará sentir de nuevo todas las emociones que sentía olvidadas.

Connor también ha sufrido una mala experiencia en lo que concierne a mujeres. Así que está decidido a no volver a pasar por lo mismo. Pero aquella mujer pelirroja logra llamar su atención irremediablemente.

Olivia Ardey me ha llevado de la mano a conocer un poco Irlanda, sus costumbres y su gente.

La historia entre Lys y Connor es madura y pausada. De las que empiezan sin esperarlo y a fuego lento va cogiendo consistencia.

Los personajes principales están muy bien definidos. Tanto Lys como Connor han vivido malas experiencias pero se dejan llevar por lo que sienten. Sin prisas, sin invadir el terreno personal del otro, pero compartiendo poco a poco todo como pareja. Curándose las heridas del pasado mirando hacía el presente.

Lys en la mayoría de momentos me ha parecido digna de admirar, aunque en otros me ha parecido muy confiada y cabezota, pero destacan los momentos en los que me ha ganado por su buen corazón y buenas acciones, a pesar de todo lo pasado.

Con Connor he conectado mejor, por así decirlo. Es un personaje que me ha encantado por todo lo que demuestra. Es seguro de sí mismo, de lo que siente, de lo que dice y de lo que entrega. Un hombre maduro, leal y que lucha por lo que quiere. Admirable y perfecto con sus imperfecciones.

Los personajes secundarios son varios y con bastante importancia para la historia. Personalmente destacaría a Jessica y Kenn, que comparten una pequeña historia de amor paralela y también tienen sus historias de supervivencia y segundas oportunidades.

En general me ha parecido una buena novela, detallada en lo justo y necesario, donde la autora ha conseguido engancharme de principio a fin haciendo que no decaiga el ritmo en ningún momento.

En resumen, un libro de segundas oportunidades, de resurgir de las cenizas, que nos enseña que hay que levantarse cuando nos caemos, que nos muestra el valor de la verdadera amistad y que no todos somos iguales.

Un romance pausado y apasionado. Una novela entretenida y muy recomendable, que nos cuenta una bonita historia de amor con una pizca de placer para el gusto (da mucha hambre leyendo esta novela XD), con el toque de sabor que da Lys con sus platos y que la autora ha tenido el gesto de incluir algunas de sus recetas en la novela.

Olivia Ardey, desde luego, consigue dejar ese sabor inconfundible a Irlanda.