Por fin he tenido oportunidad de volver a leer a Meg Ferrero, esta vez en un relato súper bonito, que he disfrutado bastante.

Carlos es un crítico gastronómico que prueba donde menos lo espera el mejor bocado de su vida, en el sitio además más inesperado. Con la situación personal que está viviendo, ese bocado lo ha llevado a la gloria y le ayuda a evadir sus problemas, por lo que tiene que averiguar quién es la persona que lo ha cocinado, mientras además de todo esto, cierta enfermera se cruza en su camino y lo atrae de una manera irremediable...

Qué difícil es resumir una historia así, más que nada porque al ser una novela corta, se lee apenas en una hora, creo que es imposible hablar de ella sin destriparla entera, puesto que todo es importante. Pero sí podría decir que es una historia ideal para pasar un rato la mar de entretenido, que me ha encantado cómo ha enfocado la autora esta preciosa historia, y que a pesar de que como lectura, cuando una novela gusta tanto siempre quiero más, reconozco que es una historia que cuenta justo lo que tiene que contar y no deja la sensación de que falte ni le sobre nada.

Me ha encantado cómo los protagonistas se encuentran y las chispas que surgen entre ellos de esa manera. He conectado mucho con ellos.

Así que, en general, es una bonita historia. He quedado encantada con este relato, el cual recomiendo mucho.