Tras una serie de malas lecturas, esta novela llegó a mis manos y tengo que decir que contó con todos los elementos que me engancharon desde el principio.
Eso sí, no exenta de clichés y de algunos comportamientos y actitudes pelín rancios para la época. Aunque, es mi primer contacto con la pluma de la autora y a posteriori he descubierto que ambienta sus novelas en esta América donde es más común de lo que podríamos pensar. Y es, aunque no es su profesión oficial, el ambiente sureño y de rancheros, está más que presente.
La historia de Erianne y Ty es un friends to lovers y un romance de oficina de manual que demuestra que aquellos sitios en los que pasamos más tiempo suelen ser aquellos en los que conocemos a nuestras parejas. Pero que conviene por tanto, tener los ojos bien abiertos.
Ella me ha encantado porque, de los dos, es la fuerte de la pareja y él demuestra que el éxito es un concepto personal y relativo. Eso sí, demuestra también cuán fácil es manipular la verdad y la alargada sombra que tienen las mentiras. Aunque, como bien dice el dicho, estas tienen las patas muy cortas y por eso, me ha encantado que se haya tenido que hacer de rogar para ser perdonado.
No es una novela que tenga grandes sobresaltos y sí que es muy familiar.
Precisamente, creo que ese es su gran punto fuerte, el mensaje de cómo un tipo de amor puede ser el que nos guíe y nos haga darnos cuenta de otros sentimientos de similar cariz que no estaban tan visibles. Y sobre todo, cómo el perdón asociado al amor propio, provocará que, a la larga, obtengamos nuestra felicidad.
Como he dicho antes, no conocía la pluma de la autora, pero si el resto son similares a esta, me ha dejado un buen sabor de boca y por eso, continuaré siguiéndole la pista.