Libro 2 de la serie Canciones y recuerdos

El libro empieza justo cuando termina el primero. Macarena se siente bien y libre. Por fin. Ha conseguido ese perdón que ha buscado durante tantos años y el que le ha dado fuerzas para reinventarse. Se ha enfrentado a la temible Pipa, y ha salido ganando. Y ha conseguido pasar página con el tema de Leo. Jimena, por su parte, sigue dando tantas vueltas que no cree si va a poder saber encontrarse. La confesión de Samuel la ha dejado tan descolocada, que no sabe cuál es el siguiente paso que debería hablar. Se refugia en sus amigas, pero no es ahí dónde quiere estar. El problema... el miedo. Ese horrible compañero que no nos deja avanzar como deberíamos. Pero, para miedos, Adriana. Está más perdida que nunca. Ella sí se debate entre la razón y el corazón. Entre lo que quiere, y lo que debe. Evolucionará, pero no sabemos si hacia delante, o hacia atrás. Eso sí, siempre juntas, las tres, porque si algo sabe hacer bien Elísabet, es contar las relaciones de amistad, y estas tres amigas tienen mucho que decir todavía.

Y, por último, no podemos olvidarnos de él. Leo. Ay Leo... cuánto nos harás sufrir en este libro. Y es que con él queda comprobado que es cierto eso que dicen que no sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes. Leo quiere madurar. Ser mejor persona. Dejar de ser ese idiota que nos enseñó en el primer libro y hacerle ver, a ella, que puede ser bueno. Que puede ser el mejor. Y, por ella, nos referimos a Raquel. ¿No?

En esta parte, todos los protagonistas evolucionan. Algunos más que otros. Tomarán medidas desesperadas en muchos momentos, y en otros se darán cabezazos contra un muro. Reirán, pero también llorarán. Y es que salir de tu zona de confort, de lo que socialmente está bien visto, cuesta. Hacer lo que todo el mundo espera de ti, no es sencillo. Solo tienes que tener el valor suficiente de plantarle cara. Como siempre, Elísabet tiene una forma de escribir que engancha, eso es innegable, pero también creo que, cómo ya me pasó con la primera parte, explica demasiado, y no sobre lo que de verdad importa.

Este libro, trata sobre una historia de amor, pero no es la de Maca y Leo. Es la de Maca y Pipa. Nos cuenta más cómo evolucionan la relación entre la protagonista y su jefa con pelos y señales, que la de esos dos examigos. Supongo que para describir la madurez que Maca adquiere sobre su trabajo. Pero... ¿y ellos? Ellos se pierden por el camino. En muchas ocasiones, no he compartido la forma de ser y de comportarse entre ellos, y sobre todo, con otras personas, por eso tal vez no he terminado de empatizar con ellos. Me ha faltado coraje. Mucho. Me ha faltado valentía y me han faltado dos pares de cojones. Pero no han sido los únicos.

Adriana... Ay, Adriana. Qué mal has hecho las cosas. ¿Está bien encontrarse a una misma? Sí. ¿Está bien renovarse? Sí. ¿Está bien enamorarse? Sí. ¿Está bien ser una persona nueva? Sí. ¿Está bien encontrar la felicidad? Es lo principal. Que nadie te diga lo contrario. ¿Está bien conseguir todas esas cosas a costa de otra persona? Lo siento, pero ahí no lo comparto contigo. Y no porque seas hombre, o mujer. Porque eres tú, simplemente. Porque creo que tus actos y tu forma de hacer las cosas son las erróneas, vengan de quien vengan. Sé Feliz. Que nadie te lo impida. Ni siquiera, tú misma. Pero, no consigas esa felicidad haciendo daño a otro.

Cómo ya me pasó con la historia de Alba, Hugo y Nico, creo que la autora quiere validar ciertos comportamientos a costa de algunos de los personajes, y creo que eso no es necesario. No necesitamos que unos sean malos para querer a otros. La vida da mil vueltas. Las cosas cambian. La gente se equivoca, necesita evolucionar. No lo que creemos que está bien en un principio debe prevalecer por siempre jamás. Lo único, hazlo bien. No te lleves a nadie por delante.

Cómo ya me pasó en la primera parte, me quedo con Jimena. Ella y su fuerza. Ella y sus comeduras de cabeza. Ella y sus gestos alocados. Ella y sus miedos, que serían los de cualquiera en su situación. Ella y sus inseguridades. Ella y su sonrisa. Pero, sobre todo, me quedo con ella y sus perdones.

Por último, quiero comentar algo que echo de menos en los libros de la autora. Ya me pasó con Sofía, y me ha vuelto a pasar aquí. ¿Os acordáis del epílogo de Valeria? Su vida, con él y sus hijas. ¿Y de Silvia? En esa pequeña casa esperando algo que nunca creyó que volvería a querer. O Alba, en ese viaje en carretera. Incluso Martina, que no terminó de conectar conmigo, me quedo con su epílogo. Pero con Macarena... Estoy deseando que lo leáis para ver si soy la única, pero he echado de menos a lo que nos tenía acostumbradas.

Como siempre, opiniones hay miles. Esta, es solo una más. ¿Seguiré apostando por Elísabet? Siempre. Tiene algo que engancha y eso no se le puede discutir. Y, a mí, la primera.