Libro 2 de la serie Wild seasons.

Con este segundo libro de estas autoras puedo declararme seguidora oficial, ya que han conseguido engancharme totalmente a esta serie, y además querer leer también la anterior.

En esta ocasión tenemos como protagonistas a Harlow y Finn, a los que ya conocimos en Dulce chico indecente, donde también se casaron en Las Vegas, disfrutaron de una noche desenfrenada difícil de olvidar y se separaron al día siguiente. En los meses que han pasado solo se han visto una vez en la que Harlow visitó a Finn en Canadá y volvieron a tener un maratón de sexo, pero ahora toca que cada uno siga con su vida a una distancia de mil quinientos kilómetros.

Harlow ha estudiado Comunicación y está ejerciendo como becaria en la NBC unas horas a la semana, su vida se centra en su trabajo, su familia con la que está muy unida y sus amigos Lola, Mía y ahora también Ansel y Oliver.

Finn es diez años mayor que Harlow, y su vida ha sido muy diferente a la de la joven, desde que hace años su padre sufrió un infarto ha tenido que cuidar de él, de sus hermanos y dirigir el negocio familiar dedicado a la pesca.

Harlow y Finn se vuelven a encontrar cuando el joven va a San Diego, los dos están pasando por un momento difícil, Harlow ha recibido una grave noticia que afecta a su familia y que la ha dejado demasiado afectada, y Finn está pasando por un mal momento ya que la economía de la familia corre un gran peligro.

La chispa que había entre ellos aumenta a cada momento y entre tira y afloja y pullas varias los dos se meten de lleno en una relación en la que es sexo es el principal ingrediente, y les sirve a los dos como desahogo, pero ya sabemos que el roce hace el cariño y poco a poco la relación va tomando otros derroteros, el deseo va pasando a un segundo término y el amor se va abriendo paso, sin embargo, por querer ayudar a la persona amada a veces se toman decisiones que pueden poner en peligro esa recién estrenada relación.

Los personajes me han gustado mucho, Harlow es la más loca de las tres amigas, la más liberal, aunque con reservas, sin pelos en la lengua y no se corta para nada, tiene una gran familia que se mueve en el mundo del cine y con la que siempre ha estado muy unida, es muy pasional y nunca ha amado a nadie hasta conocer a Finn.

Finn es todo lo contrario a Harlow, ha tenido que coger las riendas de su familia y del negocio desde muy temprana edad, así que siempre ha sido muy serio y responsable, es parco en palabras y le cuesta un mundo abrirse a los demás y exponer sus preocupaciones.

La historia de amor empieza con mucho sexo, quizás más que en la anterior entrega, pero luego va dando paso a una relación más romántica y bonita, en la que Harlow y Finn se van abriendo poco a poco y se van haciendo participes de sus problemas.

Como secundarios, me ha encantado ver cómo sigue la relación entre Mia y Ansel, y conocer un poquito más a Oliver y Lola, cuya historia promete ya que son dos frikies de los cómics, también habría que destacar al padre de Harlow, un hombre espectacular y un padrazo que tiene una relación de máxima confianza con la joven.

Si en el libro anterior la historia estaba narrada íntegramente por Mia, en esta ocasión está narrada por los dos protagonistas, que como ya sabéis, a mí me gusta mucho más, porque así se lo que sienten realmente los dos.

Traviesa criatura sensual es una historia amena, desenfadada, divertida, aunque dura en ocasiones y cargada de sentimientos, con unos personajes diferentes entre sí, que son puro fuego y que encuentran en el otro el complemento perfecto.

Una serie muy recomendable para estos días de verano.