- Romántica histórica
- Campanadas de boda
Campanadas de boda
Detalles del libro
- Romántica histórica
Libro 3 de la Serie "Plantadas en el altar"
Otra entretenida historia cargada de pasión y sentimientos.
Lo último que Annabel Wheaton está buscando es amor verdadero. Sabe por experiencia que sólo conduce a la angustia. Así que casarse con un conde interesado en su dinero a cambio del acceso a las altas esferas de la sociedad le parece una excelente opción. Pero no cuenta con un pequeño problema: Cristian Du Quesne, quién cree que esta a punto de cometer el mayor error de su vida y está dispuesto a hacerla cambiar de parecer, sobre todo cuando la familia de la novia le ofrece una interesante suma de dinero para que logre que la boda se cancele. Para Cristian esta parece ser una tarea fácil sin embargo, enamorarse de Annabel no parecía ser parte del plan.
Opiniones de los usuarios
Annabel Wheaton es una millonaria norteamericana que va a contraer matrimonio con un conde inglés en pocos días, a bordo de un transatlántico lujoso. Su tío se opone, y contrata al duque de Scarborough, Christian Du Quesne, para que convenza a la chica de que anule o retrase al menos la boda.
Annabel no puede creer que el descarado Christian se empeñe en detener su boda, pues no tiene motivos para ello. Quiere convertirse en un miembro de la alta sociedad, aunque su matrimonio vaya a ser frío. Annabel creció en la pobreza, y su nueva fortuna la ayudará a escalar en la sociedad, cosa que no ha sucedido en Nueva York. Su atracción hacia Christian aumenta por el tiempo que pasan juntos, pero decide seguir adelante con la boda.
¡Qué libro tan romántico! Me ha encantado, y me ha recordado a la mejor Laura Lee Guhrke. La época no es la que habitualmente leo cuando cojo una novela de histórica, pues transcurre a principios del siglo XX, y la protagonista tiene un coche. Me ha gustado el cambio, es refrescante.
Christian es el típico noble inglés atormentado por su mal comportamiento con su fallecida esposa, y arruinado por los gastos de su hermano muerto y los suyos propios. Su irresponsabilidad a dado paso a evitar casarse de nuevo por obligación, y a buscar cómo invertir en Norteamérica. Su frialdad se resquebraja cuando conoce a la singular Annabel, y aquí vamos conociendo a un hombre tierno y seductor. Me ha gustado su personalidad.
Annabel es una chica con un pasado algo turbio, y quiere borrarlo con un buen matrimonio. Es cabezota, sabe lo que quiere, pero Christian pondrá su mundo del revés. Es una protagonista muy simpática y apasionada. Ella y Christian se complementan a la perfección.
Los secundarios me han gustado, pero me centro en los protagonistas, dos grandes aciertos de Laura Lee Guhrke, junto a una novela muy bien escrita. Muy recomendable.
Nota: 5/5.
Annabel Wheaton es una joven y rica americana que como muchas de su misma clase busca marido al otro lado del continente para conseguir escalar peldaños ante la sociedad que sigue mirándola por encima del hombro por ser de familia pobre hasta hace relativamente poco. Debido a sus humildes orígenes en el sur del país, la sociedad Newyorkina pese a la fortuna que tienen, les da la espalda continuamente a ella y a su familia constituida por su madre, su hermana de once años Dinah , su padrastro George y su tío Arthur. Debido a esto Annabel pasa algunos malos momentos y humillaciones que no quiere que su hermana o sus futuros hijos pasen algún día, de ahí el empeño por conseguir un noble europeo que le granjeará el respeto y el reconocimiento que cree merecer.
Annabel tiene relativa suerte y pronto conoce a Lord Rumsford, un conde bastante endeudado que necesita una heredera con urgencia y con el que compromete en seguida. Annabel sabe que Lord Rumsford se casa con ella por su dinero, pero piensa que entre ellos puede haber un buen entendimiento y amistad porque se llevan bien y tienen intereses en común, además ella no busca el amor después de un desafortunado incidente cuando era joven que le rompió el corazón y acabó con todas sus ideas románticas. La boda se celebrará en alta mar de camino a Inglaterra ante buena parte de la alta sociedad americana y nobles ingleses, todo parece ir relativamente bien pese a las protestas de su tío Arthur para que no se case con el conde del que no tiene buena opinión, hasta aparece en escena el duque de Scarborough irrumpiendo en la vida de Annabel como un torbellino.
Christian Du Quesne se convierte en duque cuando su hermano mayor Andrew muere y deja a la familia en la ruina y endeudada. Christian intenta encontrar inversiones donde poder invertir y sacar de la ruina su patrimonio familiar para que él y su hermana Sylvia, viuda de un americano, puedan salir adelante sin perder todas las propiedades del ducado, por eso viaja a New York precedido por su mala fama de jugador, juerguista y bebedor, pero con el firme propósito de conseguir dinero sin tener que volver a casarse, porque es una experiencia por la que no quiere volver a pasar.
Justo cuando acaba de llegar a new York, conoce al tío de Annabel que le hace una oferta imposible de rechazar dada su situación actual, por lo que embarca en el trasatlántico para asistir a al boda de la señorita Wheaton sin haberla conocido antes. Todo parece muy sencillo, recibirá una fortuna por convencer a la joven de que no se case o aplace la boda, pero en cuanto conoce a la hermosa Annabel su espontaneidad, la frescura y la vitalidad que desprende la joven lo cautivarán hasta el punto de que impedir que se case se convierte en algo esencial para él, pero Annabel es una mujer luchadora, inteligente y perspicaz que no se deja convencer fácilmente.
Me gustó Annabel que es todo un carácter que sabe manejarse en los negocios y posee un agudo ingenio, pero también es una chica a la que han despreciado, humillado y roto el corazón por culpa del dinero, ahora que lo tiene y mucho, intenta mantenerse fría y racional para darle a su familia el respeto de los demás, cuando conoce al duque se siente atraída por él, pero intenta evitar ese sentimiento a toda costa porque sabe que es un atractivo bribón de palabras dulces que encandila a las mujeres para conseguir lo que quiere. Christian por su parte no soporta la idea de volver a casarse después de su desastroso matrimonio siendo muy joven, a pesar de tener mala fama cuando se convierte en duque intenta salvar lo que puede de su maltrecho patrimonio, tiene más fondo y más honor de lo que aparenta a simple vista, y desea que Annabell no se case con un hombre como Rumsford que la hará infeliz e intentará cambiar su espíritu americano.
Como dije, no es el mejor libro de la autora, pero es una novela que se lee rápido, entretiene y deja buen sabor de boca, sus protagonistas son simpáticos al igual que otros personajes que salen en la historia y es un libro que deja con ganas de más, así que espero que no tarde mucho en salir el siguiente de la serie.
Bueno
Abordo del transatlántico que los conduce de Nueva York a Londres, Annabel y Rumsford celebrarán su matrimonio, una unión sustentada en un respeto y aprecio mutuos.
El problema subyace en que el tío de Annabel, no ve con buenos ojos la elección de marido que ha hecho su sobrina y está dispuesto a echar mano de todos los recursos a su alcance para evitar que su adorada sobrina cometa el que considera será el mayor error de su vida.
Para ello cuenta con un alocado y arriesgado plan de nombre Christian Du Quesne. Du Quesne es el nuevo duque de Scarborough, tras la muerte de su hermano mayor, pero como Rumsford, tiene las arcas vacías. Arthur Ransom le ofrece medio millón de dólares si logra hacer cambiar de parecer a Annabel y, evitar así, que se case con Rumsford.
Christian sufrió en sus propias carnes a dónde conduce un matrimonio concertado, sin amor, basado en el deber a su familia. Cree que la tarea de disuadir a la americana de que cometa el error de casarse con el conde de Rumsford no será muy complicada. Después de todo conoce bien a Rumsford, un aristócrata pomposo y arrogante que, con sus infidelidades e indiferencia, poco a poco, irá extinguiendo la luz que desprende Annabel.
Ya abordo del Atlántico, comienza a acercarse a la americana, instruyéndola en la vida de la nobleza, las normas latentes y la cruda realidad de los matrimonios ingleses; tal vez exagerando un poco, puede ser, pero lo hace por el bien de la joven, se dice.
Sin embargo, poco a poco comienza a sentirse atraído por la mujer cuyo matrimonio debe impedir. Ya no sólo es cuestión de dinero, sino que la idea de verla atada a ese vanidoso y altanero de Rumsford le resulta insoportable.
Finalmente logra su cometido; el resultado es una boda suspendida y una novia plantada en altar.
Para salvar el honor de la dama, un caballero haría la proposición correcta. Pero, Christian Du Quesne, el duque de Scarborough, no se jacta de ser un caballero precisamente y, en su lugar, opta por buscar otra alternativa...
Leer una novela de Laura Lee Guhrke siempre me deja con una sonrisa en los labios, como Campanadas de boda, la tercera de las historias que componen la saga Plantadas en el altar.
Se trata de una historia sencilla pero impregnada de la dulzura y sentido del humor intrínseco a la magistral pluma de Laura Lee Guhrke.
Ambientada a comienzos del siglo XX, Campanadas de boda comienza su travesía abordo de un transatlántico, donde se conocen Christian Du Quesne y Annabel Wheaton.
La pareja son un claro ejemplo del tipo de matrimonios tan en boga en esa época: aristócratas ingleses arruinados que buscan dinero fresco gracias al enlace con herederas americanas de gran fortuna, pero sin el abolengo de un título.
El nuevo duque de Scarborough es uno de esos nobles, pero éste en particular no busca esposa, pese a que ahora es su deber perpetuar el nombre de los Du Quesne. Algo que es reacio a hacer. Quince años atrás, cumpliendo los deseos de su familia, se casó con una jovencita americana, y el matrimonio fue un desastre que le dejó cicatrices de por vida.
Annabel es una joven heredera, cuyo padre, un alocado y soñador americano, amasó una gran fortuna gracias a la explotación de minas de oro. Pero ni siquiera el dinero logró que a ojos de la alta sociedad neoyorquina se la considerase digna de ser acogida en su seno.
Herida por ello, así como por el fracaso de su primer amor, Annabel no aspira a casarse por amor. Sólo busca respeto y estabilidad. Y cree haberlas encontrado en el Conde de Rumsford hasta que el apuesto Christian Du Quesne irrumpe en su vida.
Campanadas de boda comienza a desarrollarse en un entorno original, novedoso y, gracias a ello, y a la química entre Christian y Annabel te va atrapando a medida que tienen lugar encuentros a escondidas en el transatlántico, donde el duque Scarborough instruye la americana en las normas de la sociedad inglesa. Miradas furtivas y conversaciones susurradas en las bodegas del barco despiertan entre los jóvenes sentimientos que no tienen cabida en sus planes.
Es cierto que, tras atracar en Londres, el entorno cambia radicalmente y nos encontramos entre los salones de bailes, reuniones y enclaves habituales en la capital inglesa, con lo que el marco donde transcurre la novela no difiere del de otras. Pero es una historia que a mí, sinceramente, me ha embelesado de principio a fin.
En mi opinión -al menos es la sensación que me ha provocado- entre Annabel y Christian existe una corriente que traspasa el papel. Los sentimientos palpitan y parecen cobrar vida a medida avanza la lectura.
Forman una pareja peculiar pero de esas que no puedes imaginar el uno sin el otro.
Annabel es irreverente, alocada y osada, pero bajo esa apariencia fría y determinada que muestra, se esconde un corazón vulnerable aún marcado por las heridas del pasado. Bajo la fachada despilfarradora e irresponsable de Christian Du Quesne, también, se agazapa un hombre acosado por remordimientos, que no confía en hacer feliz a una mujer tan vibrante y apasionada como Annabel.
Dejando de lado ese inicio abordo del barco, tal vez la novela no puede parecer ingeniosa en demasía, pero a través de mano y la pluma prodigiosa de Laura Lee Guhrke, se nos cuenta una preciosa historia de amor, donde sus protagonistas descubrirán que aun bajo la niebla y la lluvia de Londres brilla el amor; incluso para dos seres desconfiados que no creen en el amor eterno.
Como siempre que termino una novela de Laura Lee Gurhrke, aún con los sentimientos a flor de piel, embelesada por la sencillez y ternura que desprenden sus libros, debo decir que es un placer indescriptible leer novelas como ésta, que terminas con una sonrisa en los labios; novelas que te hacen seguir creyendo en la magia de la novela romántica.