Marian es una mujer que ha sufrido mucho por culpa de su esposo. Cuando él muere tras sufrir un accidente, descubre que le ha hecho una jugarreta incluso con el testamento, pues le deja su herencia a su hermana, de manera que si Marian quiere seguir viviendo en esa casa tendrá que cuidar de la hermana del difunto. Ella no tiene donde ir y no le queda más remedio que quedarse con su odiosa cuñada.

Derek es el hijo del difunto Barón. Nunca ha tenido una buena relación con su padre, pues sabe que era un hombre cruel. Cuando su padre muere, viaja hasta la casa familiar y le es desvelado en el testamento que no puede disponer de su herencia hasta que su tía fallezca.

Cuando conoce a la última esposa de su padre, la joven viuda, se da cuenta de que es una mujer buena y sencilla, que nada tiene que ver con el monstruo de su esposo.

Esta historia me ha gustado mucho. Se trata de una novela romántica de las de siempre, que creo que gustará a las lectoras fieles de este tipo de libros.

Está bien escrita, bien ambientada y su argumento es interesante, como he dicho hace un momento, creo que las lectoras que buscan una historia romántica de las de antes, como yo, quedarán satisfechas.

Los personajes principales, Derek y Marian, están bien construidos. Derek es el tipo de héroe que más me gusta: protector, masculino, con carácter, pero con un corazón noble.

Marian es una mujer que ha sufrido mucho, pero es fuerte, y he entendido su forma de actuar en todo momento. Este libro toca un tema grave que me ha gustado cómo se trata, un problema que la mujer sigue teniendo a día de hoy, y que debe acabar...

La relación entre los protagonistas es preciosa, en ocasiones romántica y en otras cargadas de pasión. Mantiene la tensión entre los protagonistas hasta el final. Debo decir que las escenas sensuales están muy bien llevadas, descritas de manera elegante.

Los personajes secundarios son estupendos y aportan chispa a la historia, sobre todo los primos de Derek y su otra tía. Los niños: el hermano de Marian y su amigo, dan un toque de dulzura e inocencia a la novela.

Es una historia seria por el tema que trata, pero también es amena, no se hace pasada y se lee rápido.

En definitiva, El futuro tiene tu nombre es una novela romántica sin sobresaltos, con un argumento sencillo pero que engancha, entretiene y hace pasar un rato de lectura muy agradable. Me ha gustado mucho y la recomiendo.

“El futuro tiene tu nombre” es la segunda novela que leo de Brenna Watson. La primera fue “Viento de otoño” y me gustó tanto que no hay palabras para describirlo. Así que decidí probar con otra de las novelas de la autora y así llegué a esta. Y no me ha defraudado en absoluto.

Marian acaba de quedarse viuda de un marido al que aborrecía y que hacía de su vida un absoluto infierno. Su nueva situación tampoco es mucho mejor… hasta que aparece en su vida Derek Hamilton, el hijo de su difunto marido. Derek pronto se da cuenta de la situación de Marian y decidirá ayudarla a toda costa. Lo que empieza siendo una especie de obligación moral terminará desembocando en un amor tan intenso que les hará replantearse sus vidas.

La historia de esta novela es preciosa. Marian no ha tenido una infancia feliz y, cuando llega a la edad casadera, su vida pasa a ser una auténtica pesadilla cuando su padre, muy dado a endeudarse con las apuestas, la ofrece como moneda de cambio al barón de Hartfield, un viudo mayor y despiadado. Durante los seis años que dura el matrimonio, Marian sólo conocerá el dolor y la desesperación. Esta novela trata el tema de los malos tratos, no sólo en el matrimonio, sino con los hijos. Es un tema tan triste y la autora, por boca de los personajes, hace que te lleguen los distintos sentimientos de forma que llegas a notarlos como si fueran tuyos. También trata el tema de la sociedad. Me refiero a esa sociedad noble, especialmente centrada en la ciudad de Londres, donde cualquier desliz hace que la reputación de una persona pase a ser la comidilla de todos los salones de baile y donde el ostracismo social es el mejor de los males para dichas personas. La maldad de la gente, que no duda en echar por tierra la vida de los demás con tal de mantener las apariencias, es algo que no deja de sorprenderme. Y Marian, una vez es ayudada por Derek, tendrá que lidiar con esto cada día.

Los personajes son lo mejor. Los protagonistas me han enamorado. Marian, que empieza siendo frágil y estando perdida, va evolucionando de una forma totalmente creíble hasta que consigue tener su propia personalidad y una voluntad nueva. Derek es de esos personajes masculinos que una nunca olvida. No es el típico hombre arrogante, de los que suelen ser protagonistas, que siempre están discutiendo con la mujer o haciéndole desplantes. No. Derek es el caballero de la brillante armadura. El salvador. Siempre dispuesto, siempre educado, siempre elegante. Y, sobre todo, siempre amable y lleno de amor. Eso es lo que más me ha gustado, que la pareja tiene una relación buena desde el principio que va evolucionando conforme avanza la historia.

Los secundarios son también geniales. Los malos, aunque pueden tener el prototipo bastante trillado, pegan totalmente con la historia. Los buenos son totalmente encantadores. Me ha gustado mucho, especialmente, la tía Charlotte y lo importante que es su papel en la historia. También los primos de Derek y, sobre todo, los niños. Tanto Richard como Michael son muy importantes para la novela y para el desarrollo de la misma y consiguen arrancarte una sonrisa en más de una ocasión. Porque ese es otro tema que trata la novela: el maltrato infantil y el abandono de niños, ya sean de familias ricas o no.

La narrativa es muy buena. Brenna Watson escribe muy bien y hace que leer sea una maravilla. Me leí el libro en un abrir y cerrar de ojos y lo cerré con una sonrisa en los labios. Es de esos libros que te calientan el corazón porque te demuestran que, aunque el mundo esté podrido, siempre hay gente buena dispuesto a cambiarlo todo. Y, sobre todo, te deja claro que el amor es más fuerte que cualquier otra cosa. Sin duda, es una novela que recomiendo encarecidamente.