Detalle de la opinión

4.8 3 0.5
flores_en_la_tormenta_lk
Romántica histórica 158
Conmovedora, emotiva y maravillosamente narrada
Valoración
 
5.0
Christian Langland, el reconocido calavera duque de Jervaulx, es una eminencia en el mundo académico de las matemáticas por la brillantez de su mente y aptitud para los números. Le apasiona desentramar las más complejas operaciones y fórmulas matemáticas, y colabora con un humilde matemático cuáquero que comparte su amor por éstas.

Maddy Tims es la hija solterona de este matemático. Cuáqueros, difieren abismalmente de la opulencia y despilfarro al que está acostumbrado Jervaulx. La vida de los Tims es humilde y se rige por los estrictos principios morales de su religión.
Debido a la ceguera de su padre, Maddy es la encargada de escribir y posteriormente entregar la documentación pertinente de sus investigaciones al infame duque de Jervaulx para ser expuestas ante la Sociedad Analítica.

Sin embargo, Jervaux jamás la ha recibido ni en una sola de sus visitas, por lo que no se conocen hasta la noche en que, ante la mismísima Sociedad Analítica, Tims y Jervaulx presentan sus asombrosos descubrimientos.
Pese a la sencillez de su apariencia, Maddy afecta profundamente al duque, más habituado a mujeres voluptuosas y de mayor atractivo.
Poco después de ese primer encuentro, Maddy es informada de la repentina muerte de Jervaulx a consecuencia de un duelo. Incomprensiblemente, la noticia le afecta como un puño en el estómago.

Tras la muerte de Jervaulx, la vida que los Tims conocen se desmorona, ya que sin el apoyo financiero y social que el nombre del duque suponía, se ven en la necesidad de buscar un nuevo modo de ganarse la vida, en concreto Maddy que pasa a trabajar para su primo, médico de una institución para enfermos mentales.
Su sorpresa es monumental cuando reconoce al Jervaulx en uno de los pacientes y descubre que su muerte fue fingida. Tras sufrir, durante el duelo con el marido de su última amante, un ataque que le provodó una afasia, fue ingresado en dicha institución mental, pero a ojos de la sociedad el duque de Jervaulx murió esa noche.

Considerado uno de los pacientes más violentos y peligrosos, es mantenido sedado o maniatado. Se le acusa de demente, cuando la realidad es que la afasia le ha hecho perder la capacidad para la lengua y simplemente le impide comunicarse. Poco a poco debe aprender a volver a hablar, y la frustración por saberse incapaz de expresar sus pensamientos, lo enfurece y convierte en un hombre peligroso a ojos de todos. Es un hombre completamente cuerdo encerrado en un cuerpo que le impide comunicarse verbalmente.

Hasta la llegada de Maddy, sufre maltratados y vejaciones constantes a manos de su guardián y carcelero. Pero gracias a la ayuda de la joven cuáquera cree que podrá recuperar su antigua vida. Sólo ella parece comprenderle, sólo ella no le teme y aprende a interpretar sus gestos hoscos y arranques de mal humor. La presencia de Maddy se convierte en un bálsamo para sus nervios, en un remanso de paz para una mente torturada por la incomprensión y el saberse desposeído de la capacidad de expresarse.

Sin embargo, no todos parecen querer que el duque de Jervaulx recupere su antigua vida. Sus ambiciosos cuñados, con el beneplácito de su propia madre y hermanas, pretenden incapacitarlo legalmente para controlar el patrimonio familiar.
Tan sólo la tía del duque, Lady de Marly, se opone a ellos y propone un trato a Christian: si se casa con la joven de buena familia elegida para él, y engendra al próximo heredero de Jervaulx que continúe con el linaje familiar, ella lo ayudará.

Christian acepta, consciente de que es su última salida, pero llegado el momento descubre que no puede ni desea casarse con la dama en cuestión, sino que la única mujer para él es la sencilla Maddy, o como él la llama, su niña-Maddy.
A partir de este punto, comprende que no le queda otra alternativa que la huida y, ayudado por de sus mejores amigos, se refugia en su propiedad en la campiña inglesa. Allí, aislados, Maddy y él descubre la magnitud de sus sentimientos, así como son muchos los escollos que los separan.

Flores en la tormenta es una novela histórica que se sustenta en una minuciosa y cuidada documentación de la época que retrata y la realidad social de los enfermos mentales, ya que describe con todo lujo de detalles la realidad de esa época y la vida de los enfermos mentales a manos de las instituciones donde eran ingresados.
El hecho de verlo a través de los ojos de un hombre cuerdo, cuyo problema reside en una disfunción cerebral que le impide comunicarse verbalmente, impacta doblemente porque es consciente en todo momento de lo que le sucede.

Christian no es demente, es un hombre que debe volver a aprender a hablar, incluso a vestirse. Su cuerpo ya no le obedece, así como su cerebro no le deja expresarse.
A través de las escenas en que Maddy atiende a Jervaulx, al principio asustada y temerosa, con bondad y paciencia después, vemos la evolución en su recuperación y somos conscientes de la frustración y soledad que éste padece.

Christian ve en Maddy a un ángel llegado a la tierra para salvarle de un destino peor que la muerte; Maddy lo ve como una llamada de Dios, una misión encomendada a ella a la que no puede negarse. En cualquier caso, poco a poco somos testigos de cómo el amor nace entre esta pareja.
La incapacidad de Christian para explicarse coherentemente, más el choque entre la mentalidad de un duque sin principios, calavera y disoluto, y una joven cuáquera es uno de los mayores escollos a salvar. Eso, sin contar con la oposición de una familia y de una sociedad que juzga que ese hombre debería ser ingresado en una institución para enfermos mentales.

Una historia de amor preciosa, donde descubres a dos seres tan diferentes como el día y la noche, y donde se conjuga un amor sin igual.
Tanto si entiendes como si no la oposición de Maddy -no olvidemos que la cuáquera es una religión protestante de firmes y estrictos valores morales- es fácil sentirse abstraído por la tormentosa relación entre ellos.
Ambos son de carácter fuerte, indomable, y Laura Kinsale retrata y describe sus sentimientos de un modo que traspasa el papel.

Flores en la tormenta narra una historia de amor poco convencional. A través de sus páginas somos testigos de cómo nace, crece y evoluciona ese amor, mientras vemos la recuperación de Christian bajo los cuidados de Maddy.

Si Christian me ha impresionado por la magnitud de su frustración, el dolor y la desesperación que no logra expresar, su necesidad de amor y redención… Maddy me ha impactado por su capacidad de amor y sacrificio.
Es innegable que, bajo nuestro punto de vista, la actitud de Maddy es un tanto incomprensible. Pero no hay que olvidar que es un fiel reflejo de una educación, de unos principios y una filosofía de vida.

El papel de Laura Kinsale es que nos resulte comprensible y que el amor que nos describe nos llegue al corazón, algo que en mi caso ha logrado completamente. La magnitud de los sentimientos está narrada exquisitamente y la sexualidad entre la pareja protagonista está descrita con suma elegancia y sensualidad. La atracción sexual es casi palpable.

Uno de los aspectos por los que Flores en la tormenta quedará en mi recuerdo es que la autora rompe con el arquetipo de protagonistas perfectos: él es un duque disoluto y calavera al que una disfunción cerebral cambia la vida; sólo el amor de una joven cuáquera, moralista y estricta, a la que el antiguo Christian jamás habría prestado atención, pueden salvarle y conducirle a la redención.

Como dije antes, creo que describe una historia de amor sin igual, dulce, conmovedora, intensa y apasionada. El choque de sus personalidades y de sus mundos es inevitable. Cómo el amor los cambia, sobre todo a Jervaulx, es impresionante. Si la afasia lo convierte en su hombre débil, desprotegido y vulnerable, su amor por Maddy lo convierte en un hombre asustado, tierno. Y Maddy, que puede resultar santurrona, mojigata o excesivamente moralista, se ve obligada a enfrentarse a las enseñanzas de toda una vida para los principios cuáqueros, por el mayor calavera que ha conocido jamás.

En cualquier caso, Flores en la tormenta es una novela conmovedora, emotiva y maravillosamente narrada, con una narración cuidada, que además refleja el lenguaje de la época con gran maestría, y que te envuelve de principio a fin en una gran historia de amor.
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