Detalle de la opinión

4.4 4 0.5
la_boda_de_la_temporada_llg
Romántica histórica 95
Muy buena
Valoración
 
5.0
Me confieso una de las lectores fieles y leales de Laura Lee Guhrke. No hay una novela suya que no lea; no hay ni una sola de la que piense "ésta no me atrae". Me tiene conquistada su prosa ágil, elegante y en ocasiones divertida; me llega al corazón con la manera tan fácil y sutil como te deja con las emociones a flor de piel. Sí, en definitiva, ¡me encantan sus novelas!

Y como no podía ser de otra forma, una vez más he disfrutado, me he emocionado e incluso reído con una nueva novela: La boda de la temporada. Novela que da comienzo a una nueva saga, Abandonados en el altar. Como curiosidad tengo que destacar que esta saga nace de Las chicas de Little Russell o Las solteronas. Es lo que se dice en inglés un "spin-off".

A estas alturas, después de tantas y tantas novelas leídas, tal vez sea difícil encontrar una que te sorprenda, de la que puedas decir "es diferente". También porque la realidad es que a veces no son muy diferentes. Pero Laura Lee Guhrke siempre lo consigue. Al menos a mí me lo parece. Es la sensación que me queda novela tras novela.

El punto de partida de La boda de la temporada puede que, a priori, no sea muy novedoso. Will y Beatrix se conocen de toda la vida. Eran vecinos y con el tiempo se hicieron amigos. Pertenecían al mismo círculo social. Se enamoraron cuando aún eran niños y en cuanto tuvieron la edad apropiada, Will le pidió en matrimonio. Todo parecía perfecto, uno de esos enlaces destinados a ocurrir para unir dos antiguas familias, pero poco antes del matrimonio Will recibió una propuesta a la que no supo ni pudo negarse: unirse a una expedición arqueológica en Egipto.

Lo cierto es que Will siempre fue un apasionado de la arqueología. Tal vez fuera un interés muy poco propio de un duque (en aquel entonces el marqués de Richfield), pero sus inquietudes no estaban en el ducado de Sunderland ni en la Cámara de los Lores. Al contrario, las obligaciones de los nobles le asfixiaban. Así que cuando se le presentó la oportunidad de hacer realidad su sueño, quiso que Beatrix, su prometida, le acompañara. Pero ella no aceptó.

Al contrario que Will, Beatrix Danbury siempre tuvo muy claro cuál era el papel que iba a desempeñar en la vida. Siendo hija de un noble, se la educó para convertirse en la esposa perfecta asumiendo sus responsabilidades y obligaciones, no como hizo su madre que huyó con un amante a París para dedicarse a su pasión: la pintura.

Pero seis años más tarde, cuando por fin Beatrix ha superado el dolor por la ruptura de su compromiso, cuando está a punto de casarse con el apuesto duque de Trathen, un hombre con el que le une una visión de la vida muy similar, afecto y un profundo respeto, Will regresa a Inglaterra. Cuando Beatrix se encuentra con él, literalmente, pasa de largo y lo deja a su suerte en un solitario camino. Esta vez está decidida a casarse, esta vez su boda no será suspendida. Nada ni nadie se lo impedirá.

Puede que el argumento no brille por su originalidad, pero lo cierto es que a mí me ha parecido una novela diferente, dulce, divertida y romántica, y la he terminado con una sonrisa en los labios. Es una de las historias de Laura Lee Guhrke con las que más me he divertido y emocionado y, también, una de las que más en vilo me ha mantenido. Lo cierto que ha habido momentos en que no podía imaginar cómo iba a terminar la historia, a pesar de que, de algún modo, puedes suponerlo. Porque el final debe ser feliz, pero con estos protagonistas todo podía pasar.

Una de las razones por las que esta novela pasa a ser una de mis preferidas -con esto no quiero decir ni mucho menos que sea la mejor de esta escritora, pero a mí es una de las que más me han gustado- es la época en que transcurre.

No es una novela de La Regencia. La novela tiene lugar entre los años 1896 y 1901. Recuerdo que la propia Laura Lee Guhrke comentó en una entrevista que le apetecía mucho escribir una novela romántica ambientada en los años 20, pero que, de momento, los editores le habían pedido que continuara escribiendo sobre La Regencia.

No se si esta saga sea un primer paso para dejar atrás las historias en La Regencia, porque desde luego a mí el resultado me ha entusiasmado. Con lo que espero que algún día escriba esa novela ambientada en los años 20. Si La boda de la temporada es un adelanto, yo desde luego la leería.

La primera que aparece Beatrix en La boda de la temporada lo hace conduciendo un coche. La historia tiene lugar en una época en que la modernidad comienza a asomar la cabeza, con la aparición de los primeros coches. Y Lady Beatrix, educada para convertirse en la perfecta esposa de un duque, conduce uno. Pero pese a ello, Beatrix sigue siendo el epítome de la hija de un noble. Conducir es una válvula de escape, una vía a la que su excéntrica y poco convencional prima Julia, la arrastra y al hacerlo, Beatrix se percata de cuanto le gusta.

Y como la época misma, Beatrix es una mujer dividida entre las ancestrales tradiciones y la rigurosa educación recibida, y un mundo lleno de posibilidades más allá de su alcance.

Por el contrario Will que regresa convertido en el duque de Sutherland, lo hace nada más que para cumplir con algunas obligaciones y recaudar más fondos para continuar con las excavaciones en Egipto. Cree estar a punto de desenterrar la tumba de Tutankamon. Desgraciadamente el ducado le ha dejado más deudas que beneficios y tiene que encontrar un benefactor, alguien dispuesto a invertir en la excavación aunque la idea le desagrada.

Sin embargo, y a pesar de tener muy claros sus planes, cuando se reencuentra con Beatrix vuelven a aflorar sentimientos largamente enterrados y con ellos recriminaciones y sueños nunca olvidados.

Otra de las razones por las que me ha conquistado La boda de la temporada son sus protagonistas. En apariencia son un hombre y una mujer que se comprometieron tanto porque era lo que se esperaba de ellos como por amor. Por nacimiento, eran la pareja perfecta, pero además fueron bendecidos con el amor. Sin embargo bajo la superficie son personas que anhelos e ideales, tal vez, poco compatibles. Beatrix sigue las normas, las acepta y no se rebela. Will persigue un sueño y sabe que su felicidad está entre las ruinas de una excavación, no en su ducado. Pero seis años lejos de Beatrix le hacen pensar en muchas cosas y, sobre todo, en ella. ¿Vencerá el amor o los convencionalismos sociales? ¿Podrá más el deseo de una vida juntos que una vida de aventuras?

Confieso que ha llegado un momento en que entendía tanto a Beatrix como a Will. Ésa es otra de las razones por la que he disfrutado tanto leyendo esta historia, puedes ponerte en la piel de los dos.

Si la novela no cuenta con suficientes razones para atraparnos en una vorágine de dudas, encuentros y desencuentros, la presencia de Aidan, el duque de Trathen, añade más. Porque aun siendo el tercero en discordia, lo cierto es que es un hombre leal, honrado, serio y responsable, quien, al contrario que Will, tiene la convicción de saber qué debe hacer y cuál es su deber para con su título. Es por tanto, en algunos aspectos, más afín a Beatrix que el propio Will. Pero en este triángulo intervienen también los deseos y sentimientos. Y cuando Will, Beatrix y Aidan terminan pasando unos días en una casa de campo, propiedad del marqués de Marlowe (el protagonista de Y entonces él la besó), los acontecimientos se desarrollan de un modo un tanto inesperado. Obligados a convivir bajo el mismo techo, Beatrix se encuentra junto a su actual prometido y el anterior. Evidentemente aquí transcurrirán muchas cosas que marcarán el curso de la historia, aunque el final sigue siendo tan incierto o más que al comienzo.

Como menciono al principio esta saga está relacionada con la de Las chicas de Little Russell. En La boda de la temporada aparecen algunas de las antiguas solteronas, como Emma, ahora la marquesa de Marlowe, a las que les une una amistad tanto con Beatrix como Julia.

La boda de la temporada es una novela refrescante, divertida, emotiva y romántica que nos traslada a principios del siglo XX. Nos describe una sociedad en la que con el cambio de siglo se producen grandes avances. La sociedad cambia, así como las personas y es en ese marco -en mi opinión tan atractivo y lleno de posibilidades- en el que se desarrolla la historia de Beatrix y Will. Una historia de segundas oportunidades y de nuevos comienzos; una historia dividida entre dos mundos y dos realidades. En definitiva, una lectura con la que he disfrutado muchísimo y que estoy segura releeré en un futuro muy cercano.

Valoración: Muy buena
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