Tengo que decir que, tras su faceta bajo editorial, esperaba con ansias la nueva novela de Judit.
Y, si bien es fiel a su estilo, tengo que decir que, esperé mucho más de ella. Sobre todo porque, en más de una ocasión, el comportamiento de Violet era bastante más adelantado para la época y hacía y deshacía el rígido protocolo victoriano como si sus acciones no tuvieran consecuencia ni en sus vidas, su reputación o la de las hermanas, las cuales, por cierto, quiero saber más.
El cliché es el del tutor empleada, el cual no es novedoso en el género. Lo que sí que es novedoso es el profundo respeto que una promesa y el hecho de dar una palabra acarrea en las vidas de las protagonistas... hasta casi provocar errores e infelicidad.
He visto mucha química entre Edward y ella desde el primer encuentro y por eso, he sufrido al ver cómo, aunque al principio se consideraban enemigos y se odiaban... ambos son más parecidos de lo que parece. Y es que las apariencias engañan. Especialmente en el cargo de responsabilidad familiar que ocupan.
He visto también inspiraciones a historias reales de amor de royals como Harry y Meghan e incluso el príncipe Eduardo y Wallis Simpson que me han gustado mucho y sobre todo, inspiración en obras de la literatura universal como La importancia de llamarse Ernesto muy bien desarrolladas e incluidas de manera original.
Sin embargo, el final de la historia es demasiado precipitado y, sobre todo, dado el desarrollo de los acontecimientos hasta llegar ahí, provoca que la novela quede desequilibrada. A destacar no obstante, toda la documentación al respecto del mundo de las telas y la moda, la cual usa como recurso e indica así que este mundo puede ser usado también como un arma de denuncia de aquellos aspectos de nuestra sociedad que no son del todo positivos.
En líneas generales, la he disfrutado... si bien es cierto que hay otras novelas de la autora que me han gustado más.

Edward, duque de Braithbury, le hace una promesa en el lecho de muerte a su mentor, Thomas Stuart: que acepte ser nombrado albacea del testamento y tutor de sus tres hijas. Edward, dada la extrema situación, acepta. Y así Thomas consigue irse en paz.

El duque vive atado al título nobiliario, tras la renuncia de su hermano mayor, Edward tiene que pagar los platos rotos y limpiar el nombre de su familia. Las incesantes exigencias de su madre solo hacen que la soga le ahogue cada vez más, y que solo tenga ganas de echar a correr.

Todo ello sin obviar otra responsabilidad: tutorizar a tres jovencitas. La hermana mayor (Violet) no le pondrá las cosas fáciles, así que decide negociar con ella: él le ayudará a conseguir un marido para que pueda acceder a su fortuna y él buscará una joven para casarse. Ambos acudirán juntos a todo tipo de eventos sociales (ópera, regata, etc).

Violet es una muchacha que adora la costura, su sueño es abrir una boutique donde vender sus diseños. Gracias a las inversiones de su padre, son una familia muy adinerada, él le enseñó los entresijos del mercado textil. La joven conoce cada tejido y pigmento habido y por haber. Pero para poder acceder a su fortuna y emprender, necesita estar comprometida. No se atreve a compartir sus sueños con nadie, excepto con su tutor, Edward.

Edward enseñará a Violet las artes de seducción para que Lincoln caiga rendido a sus pies. El problema es que ambos están jugando con fuego y pronto acabarán por quemarse.

Cuando el tutor y pupila encuentran a sus candidatos ideales para contraer nupcias, empieza el cortejo. El problema es que a Violet no le gusta nada ver cómo Edward coquetea con otra dama; y a Edward tampoco le hace gracia ver cómo su pupila encandila a otro hombre.

El duque está entre la espada y la pared: por un lado, atado a la promesa y a su honor; por otro, al cariño y devoción que siente hacia Violet.

No es la primera novela que leo de Judit, me gusta mucho el estilo de esta autora y pienso leer todas sus historias. Lástima que tengamos que esperar para la siguiente entrega de esta saga... no sé si se decantará por el resto de hermanas de Violet o por el hermano soltero de Edward. Aunque un libro como pareja protagonista entre Theodore y Camilia no estaría nada mal (ahí lo dejo).

Como punto negativo, diré que el final me resultó un pelón precipitado: todo se soluciona rápido y en buenos términos, yo le hubiera dado una vuelta más y enredarlo un poco.

En esta ocasión, no se trata de un clean romance, sino de una novela romántica histórica.

Especial mención a 'el baúl de costura' del final del libro, donde la autora nos explica las distintas telas y tejidos que aparecen en la novela como título de cada capítulo. Por último, me gustaría resaltar la cuidada y exquisita edición que ha hecho la autora con ese libro, muy elegante y delicada.