Tengo que decir que, tras su faceta bajo editorial, esperaba con ansias la nueva novela de Judit.
Y, si bien es fiel a su estilo, tengo que decir que, esperé mucho más de ella. Sobre todo porque, en más de una ocasión, el comportamiento de Violet era bastante más adelantado para la época y hacía y deshacía el rígido protocolo victoriano como si sus acciones no tuvieran consecuencia ni en sus vidas, su reputación o la de las hermanas, las cuales, por cierto, quiero saber más.
El cliché es el del tutor empleada, el cual no es novedoso en el género. Lo que sí que es novedoso es el profundo respeto que una promesa y el hecho de dar una palabra acarrea en las vidas de las protagonistas... hasta casi provocar errores e infelicidad.
He visto mucha química entre Edward y ella desde el primer encuentro y por eso, he sufrido al ver cómo, aunque al principio se consideraban enemigos y se odiaban... ambos son más parecidos de lo que parece. Y es que las apariencias engañan. Especialmente en el cargo de responsabilidad familiar que ocupan.
He visto también inspiraciones a historias reales de amor de royals como Harry y Meghan e incluso el príncipe Eduardo y Wallis Simpson que me han gustado mucho y sobre todo, inspiración en obras de la literatura universal como La importancia de llamarse Ernesto muy bien desarrolladas e incluidas de manera original.
Sin embargo, el final de la historia es demasiado precipitado y, sobre todo, dado el desarrollo de los acontecimientos hasta llegar ahí, provoca que la novela quede desequilibrada. A destacar no obstante, toda la documentación al respecto del mundo de las telas y la moda, la cual usa como recurso e indica así que este mundo puede ser usado también como un arma de denuncia de aquellos aspectos de nuestra sociedad que no son del todo positivos.
En líneas generales, la he disfrutado... si bien es cierto que hay otras novelas de la autora que me han gustado más.