Llevaba ya varios años sin leer a esta gran escritora, no porque no me apeteciera, sino porque ya había leído todo lo que se editó en España hasta la fecha. Ahora, en cuanto he visto que se publicaba otra serie de dicha autora, me he apresurado a hacerme con la primera entrega, La proposición.

Ya es habitual con Mary Balog que todo lo que leo de ella me deja con una sonrisa de dulzura en el rostro. Es una historia sencilla, dulce, tierna y con una trama fácil de leer y que te engancha enseguida. No porque sea algo grandioso y extraordinario, sino por lo entretenida que discurre la historia, una historia que no tiene intriga, asesinatos o secretos negros del pasado, pero sí porque te va llevando por la senda de una maravillosa sensación de frescura y cotidianidad.

La autora nos presenta en este libro al club de los supervivientes, los cuales serán los destinatarios de las siguientes entregas de la serie. Para su primer protagonista, nos presenta a Hugo, Lord Trentham.

Hugo me ha parecido uno de esos protagonistas que no puedes olvidar. Tras su máscara de dureza, a lo que le acompaña un físico fuerte y grande, esconde un corazón sensible y bonachón que, pese a todos sus esfuerzos, no logra ocultar bien. No es de la nobleza por nacimiento, ha conseguido su título por medio de su heroicidad en la guerra contra Napoleón. Tiene que casarse, pero considera que le interesa una mujer sencilla de su misma clase social, la burguesía acomodada. No obstante, la mujer que se tropieza en su vida es una aristócrata bella y coja, por la que siente una atracción inmediata.

Lady Muir, Gwendoline, no es lo que busca, pero el destino juega sus cartas con ellos y, pese al rechazo inicial por ambos de ese amor que está surgiendo, hay muchos puntos a favor de esos dos caracteres opuestos.

Los dos protagonistas están rodeados de unos secundarios que hacen de la historia, si cabe, más bonita y dulce. Me ha llamado mucho la atención, Constance, la hermanastra del protagonista y una chica, que pese a su juventud, es de una gran madurez y que sabe perfectamente lo que quiere de la vida. Pero hay muchos más que contribuyen a hacer de la novela algo realmente extraordinario en su sencillez.

La maravillosa narrativa de Mary Balog nos enseña que en las cosas sencillas y cotidianas, existe una gran belleza. Lo más destacable, bajo mi punto de vista, son los diálogos, llenos de picardía y sentido del humor, entre Hugo y Gwen. La franqueza de Hugo, y con qué tranquilidad dice lo que piensa, ponen a Gwen en situación vergonzosas, aunque ella le contesta también con mucha soltura y desvergüenza.

Es una novela divertida y tierna a la vez, y se lee con una permanente sonrisa en la boca, lo que hace de esta historia te cale hondo.

Desde luego, queda claro en La proposición que en la sencillez está la belleza y que el amor lo puede todo.

Muy recomendable.