Definitivamente, Cecilia Grant rompe, en gran parte, con los esquemas de la novela romántica de Regencia. Nada de bailes de salón, matrimonios concertados, paseos a caballo, dandys que parece que se han tragado el palo de una escoba...

Decir que esta historia me ha encantado es quedarme corta, si cabe me ha gustado más que El despertar de una dama. Será porque con la relectura he descubierto cosas que no recordaba o se me pasaron. Volver a leer esos diálogos, esos pensamientos, sentimientos y actitudes de unos protagonistas y personajes secundarios tan poco comunes que dan un sentido más profundo a los hechos, me han calado tan hondo, me han dejado una sensación tan plena, que ahora no sé qué diablos voy a leer que me deje igual de satisfecha.

Salvando unas cuantas páginas donde la autora te pone a cavilar sobre probabilidades, la historia me ha parecido buenísima aunque pienso que el perfil de los protagonistas la supera con creces. Hay pasajes muy duros marcados por las circunstancias que rodean a Lydia, pero todo se compensa durante el desenlace de manera sensata y sin caer en un final cursi.

Magnífico el estilo de esta autora, escribe muy, muy bien.

Como mujer mantenida de mente afilada y cerebro dotado para los números, Lydia Slaughter conoce todos los juegos con los que se divierten los hombres -tanto en la cama como fuera de ella-.
Capaz de cambiar todas las reglas según su conveniencia y desesperada por conseguir el dinero que garantizará su libertad, ha decidico desplumar a Will Blackshear sin ningún tipo de miramientos.
Sin embargo, el que fuera héroe de Waterloo, posée una jugosa agenda de juego y tiene previsto recorrer varios de los clubs de caballeros más importantes de Londres.
Tal vez una alianza sería lo más conveniente para ambos. Pero su trato conlleva apuestas arriesgadas y placeres desconocidos y una mala mano podría hacer que sus corazones arriesguen aquello por lo ninguno de ellos está dispuesto a apostar: el amor.

Will Blackshear regresa de la guerra con un hondo sentimiento de culpa y un solo objetivo que cumplir: asegurar el futuro de la viuda y el hijo del soldado que sacó del campo de batalla malherido. El soldado sufrió una terrible agonía y Will se considera responsable de ella. Pese a sus nobles intenciones Blackshear no dispone de los medios económicos suficientes y se dispone a obtener ingresos a través del juego.

Es allí donde conoce a Lydia Slaughter, una cortesana que acostumbra a acompañar a su protector. La joven no tiene una especial belleza, pero llama la atención de Will desde el primer momento. Gracias a la memoria fotográfica y a su aguda inteligencia, Lydia intenta conseguir el dinero suficiente para convertirse en una mujer independiente. Para lograr sus objetivos deciden unir sus fuerzas lo que propiciara que poco a poco se vayan conociendo.

La rendición de un caballero es una novela que se aleja de los tópicos a los que estamos acostumbradas. El hecho de que ella sea una cortesana y que siga ejerciendo su oficio ha resultado toda una sorpresa para mí. Como también lo ha sido el planteamiento de su relación.

Es la personalidad de la protagonista la que marcará el ritmo. Inteligente, práctica y decidida Lydia sabe muy bien lo que quiere y como conseguirlo. Aparentemente se nos presenta como una mujer curtida y fría, y sin embargo en el fondo posee un generoso corazón. Will por el contrario me ha resultado más cercano, y como todo héroe romántico, ha sabido estar a la altura de lo que se esperaba de él.

Es una novela algo oscura y con unos protagonistas atípicos. Puede ir bien con el gusto de las lectoras que no buscan novelas ligeras y previsibles y se decantan más por obras que les ofrezcan otros planteamientos. En cualquier caso su final, como no podía ser de otra forma, es el canto a la esperanza que solo el amor compartido puede ofrecer.