Hemos llegado al cuarto y parece que es el último libro de la serie Rokesby. Una cosa me ha gustado mucho, la rapidez con que los han sacado al mercado. No nos tienen acostumbradas y eso me ha encantado.

La historia de Nicholas me ha parecido bonita y divertida. Él es un personaje tierno de por sí y me ha gustado mucho la profesión que tiene, la de doctor. Con su carácter amable y entregado a los demás, es lo que mejor se le da. Es por ese carácter sensible y bueno por lo que se ve en un problema que, en un principio le parece una locura, pero que después será lo mejor que le ha pasado nunca.

Georgie es de esas protagonistas a las que les tomas cariño y no sabes por qué. Está sumida en la ignominia causada por un cazador de dotes y, cuando Nicholas le pide matrimonio, se enfada y lo rechaza. Ella no quiere la compasión de nadie. Pero, ¿y si fuera la solución para todo? Cambia de idea y parten hacia Edimburgo para empezar su nueva vida. Espera que todo vaya bien, aunque duda un poco debido a la forma en la que han contraído matrimonio.

La trama es sumamente sencilla y bastante divertida, aunque hay situaciones que te parecen ilógicas y poco naturales, pero creo que las sonrisas que te provocan, merecen la pena. La mayoría son diálogos graciosos y picantes, en algún caso. Hay poca explicación de temas y se lee muy rápidamente.

Como acostumbra Julia Quinn en sus historias, hay muchos secundarios que entran en la escena y algunos de ellos te hacen reír mucho, por ejemplo, los dos mayordomos de ambas residencias.

En general, todos son muy graciosos y les tomas cariño sin darte cuenta.

Es un natural final de serie. Toda ella ha seguido una misma tónica. Se nota que está escrita por la autora, pero, para mí, le ha faltado la chispa que tuvo la serie Brigerton. Aunque merece la pena leerla, no es de esas series que te impactan por lo que te conmueven.

Si eres seguidora de Julia Quinn, te gustará.