El tercer y último libro de la saga Los Westfield ha llegado, y tengo sentimientos encontrados. Disfruté muchísimo del libro de Helen, fue maravilloso reencontrarme con los personajes de esta saga familiar, pero también me da nostalgia despedirme de ellos.

En esta historia encontramos a una protagonista intrépida, valiente, atrevida y deslenguada. Helen es todo lo que está bien. Tras exponer públicamente al hombre que la traicionó y amenazó a su familia, su objetivo ahora es la venganza. Sin embargo, no contaba con que su ex contrataría a Alex Mulligan, un abogado atractivo pero desagradable, que rápidamente consigue sacarla de quicio. Alex tiene un objetivo: defender a su cliente y no sucumbir al desafío que Helen Westfield representa.

La dinámica entre estos dos es cautivadora desde el principio. Es un rivals to lovers en toda regla, y las chispas que saltan entre ellos hacen que sea imposible no engancharse a la historia.

Helen, que ya me parecía interesante en los libros anteriores, me ha encantado aún más aquí. Me gusta que sea inteligente, mordaz y segura, pero también sensible. Alex, por su parte, es una caja de sorpresas. Lo adoré, con sus objetivos claros y su convicción, aunque no puede evitar sentirse atraído por Helen, lo que le hace replantearse su mundo.

El romance es bonito, con mucha tensión, slow burn, un poco de spicy y peleas verbales que son 100/10. Me gustó mucho el tema de los viajes y los diferentes escenarios, y la aparición de personajes de los libros anteriores, especialmente John y Emma, fue un plus. La escena final incluso me sacó alguna lágrima.

La escritura de Reyes de Miguel sigue siendo maravillosa. Desde el primer libro me enamoré de su estilo. La trama es una apuesta refrescante que en momentos me hizo sentir como en una romcom de la regencia.

En conclusión, este libro es un excelente cierre para la trilogía. Lo recomiendo al 1000% si te gusta el romance histórico. Si no te conociera es una apuesta distinta dentro del género y se agradece mucho.

4.25/5 ★