Detalle de la opinión

4.8 2 0.5
un_romance_inoportuno_mb
Romántica histórica 111
Una preciosa historia de amor
Valoración
 
5.0
1º Cuatro Jinetes del Apocalipsis

Catherine Winters es una de las inquilinas de Claude Adams. Poco se sabe de ella, salvo que es joven, bonita y viuda. Durante cinco años ha residido plácidamente, como una habitante más de la villa de Bodley-on-the-water, en Derbyshire, atendiendo a los ancianos, a los más necesitados y dando lecciones de música a los hijos de Lord y Lady Adams. Sin embargo, algo cambia durante las fiestas que los Adams celebran con la llegada de la primavera y su regreso al campo.

La afluencia de invitados en la villa es motivo para que sus residentes llenen las calles, observando los carruajes y caballos pasar. De un modo inocente, Catherine sonríe a uno de los caballeros, en concreto al Vizconde Rawleigh, al que confunde con su hermano gemelo, Claude.

El gesto en sí avergüenza a Catherine cuando descubre su verdadera identidad, pero basta para encender el interés de Rawleigh. A ojos del Vizconde, lo que se presuponían unas semanas tediosas en el campo, ya que su cuñada está empecinada en desposarlo con su hermana, de pronto parecen llenas de sensuales promesas, pues Rex Adams, Vizconde Rawleigh, está decidido a seducir a la hermosa y misteriosa viuda.

Catherine no se engaña, sabe que el caballero y antiguo soldado, no es nada más que un canalla sin intención de comprometerse. No es que busque una propuesta de matrimonio, pero durante años ha llevado una vida tranquila, protegida en ese pueblecito, bajo una identidad falsa. Hasta que el Vizconde Rawleigh posa sus ojos en ella y, sin pretenderlo, pone en peligro la paz tan duramente lograda, y desentierra el terrible pasado que Catherine ha luchado con denuedo por dejar atrás.

Un romance inoportuno es la novela que da comienzo a la saga Cuatro Jinetes del Apocalipsis, quienes no son otros que Rex Adams, Vizconde Rawleigh, Nathaniel Gascoigne, Kenneth Woodfall, Conde de Havenford, y Eden Wendell, Barón de Pelham. Los cuatro caballeros lucharon juntos contra Napoleón, primero en la península, luego en Bélgica y, durante la guerra, se ganaron este sobrenombre.

Empecé a leer esta novela Un romance inoportuno con cierta reticencia, lo confieso. Pues, al tratarse de una de las novelas antiguas de Mary Balogh, sin que eso me desmotivara, presuponía que no iba a encontrar una historia que pudiera llegarme al corazón igual que las más recientes.
Me equivoqué.
En sus páginas he encontrado una deliciosa, dulce y romántica historia que me ha transportado a esa villa en el condado de Derbyshire, donde hueles los capullos en flor, los árboles reverdecer y oyes el arrullo de los pájaros o el fluir del río. Y donde caes hechizada por este romance.

Es de sobras conocido que son muchas las autoras que escriben sobre La Regencia, cuyas novelas se inspiran en las de Jane Austen, quien ha sido, es y seguirá siendo fuente de inspiración para muchas escritoras.
Sin embargo, autoras que hagan evocar el espíritu de las novelas de Jane Austen creo que no hay tantas.
Para mí Mary Balogh es una de ellas.

Un romance inoportuno es una de las novelas de esta escritora donde esa influencia es, en mi humilde opinión, más marcada.
A menudo, he sentido un cosquilleo mientras leía sobre estos personajes, la ambientación o la descripción de una época y unas costumbres, de las normas que marcaban la vida de las mujeres de ese tiempo, con ese espíritu crítico de Jane Austen. Y Mary Balogh lo ha logrado.

Un romance inoportuno es la historia de una indiscreción.
Todo da comienzo con una inocente sonrisa de Catherine Winters, que el vizconde Rawleigh toma como un coqueteo. El seductor que hay en él decide que debe poseer a esa mujer y comienza su particular cortejo para seducir a la reticente y conservadora viuda.

Durante las celebraciones con motivo del regreso de los Adams, suceden diferentes acontecimientos que, inocentes o no, coquetos o no, acaban con la tranquila y protegida vida que la viuda Winters se ha construido durante cinco años.
Porque Catherine Winters es en realidad Lady Catherine Winsmore y huye de un pasado de vergüenza y dolor.

Bajo una apariencia sencilla, rural y coqueta, donde no se nos cuenta otra cosa que el cortejo y seducción del réprobo vizconde Rawleigh a la viuda Winters, Mary Balogh nos narra una preciosa y emotiva historia de repudia social, donde se describe a una sociedad conservadora que censura a todo aquél que transgreda sus normas. Pero, también, es una historia de valor, de coraje y amor que te provoca esas mariposillas en el estómago que sólo las grandes novelas provocan.

Lo hace a través de Catherine, una joven sencilla y prudente que trata pasar desapercibida, que vive con modestia y se comporta con decoro. Se nos cuenta la historia de esas mujeres a las que la sociedad señala, incluso tratándose de una noble.
También lo hace través de Rex Adams, un joven vizconde y héroe de guerra y cómo describe a un noble que vive por encima de todo, egoísta, hedonista y seductor. Pero, también él, Rawleigh tiene su propio y doloroso pasado.
Son dos caras de una misma moneda, las dos mitades de esta preciosa historia.

Con unos protagonistas que poquito a poco te enamoran, con un entorno deliciosamente bucólico primero y elegante y regio después, con unos personajes secundarios leales, que cierran filas en torno a esta entrañable pareja, he disfrutado no sé si de un romance inoportuno, pero desde luego de una lectura inolvidable.

Si hay algo que destacaría de esta novela son sus diálogos, el arma más mortífera que emplea Balogh, pues esas conversaciones entre Rex y Catherine me han hecho perder la noción del tiempo, atrapada en esos intentos de seducción, en esas confesiones y declaraciones de intenciones entre ambos. Y, sobre todo, en la magia que todas esas palabras de amor desprende.
Pero tampoco puedo dejar de mencionar las descripciones de la vida en el campo, de la villa, sus habitantes y costumbres que son, simple y llanamente, deliciosas.

Sinceramente, he sentido como si hubiera viajado a esa época, en los enclaves que describe. Casi como si me encontrara bajo el monóculo de un altanero noble o bajo el escrutinio de una matrona conservadora y el peso de sus reglas.
Y, sobre todo, me he sentido testigo de una preciosa historia de amor, sencilla y clásica que destila ternura de principio a fin.
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