Vera pertenece a una familia de brujas, vive con su abuela y su madre, aunque su tía flor y su prima Chiara también forman parte del aquelarre. Todas tienen dones, menos ella, si no contamos con el don de pasar desapercibida en el instituto, eso se le da genial.
Huye del amor, hasta el punto de ir siempre con un hechizo para repelerlo, no es para menos ya que sobre su familia pesa una maldición.

Edan se traslada a Belie a vivir con su abuela, su padre lo han destinado fuera y el necesita un lugar donde asentarse, está cansado de ser un nómada, sin amigos, sin poder echar raíces y sin poder decir tengo un hogar. Así que cuando su abuela le dice de ir a casa de unas amigas a tomar el te, se queda perplejo con esos lazos familiares tan arraigados.

A lo largo de sus 384 paginas, con capítulos cortos y narrados desde el punto de vista de Diego, Agata y Vera, también encontramos la historia de Diego y Cris, dos adolescentes granadinos que vivieron en los años 30 , y cuyo amor está prohibido, no solo por la condición sexual sino por la diferencia de clase, así como la de Victoria y Andrés contemporáneos de los primeros. Todas ellas enlazadas entre sí desde el prefacio y que nos irá desgranando secretos, traiciones y descubrir como lo peor para el hombre es su propia condición.

Es el primer libro que leo de Marta y no será el último, tiene una pluma maravillosa, describe con tanto sentimiento que encoge el corazón. Ha jugado magistralmente con las líneas temporales haciendo las delicias del lector. El trabajo de investigación que ha hecho es increíble, no solo el lado esotérico, sino también en la parte más literaria, como no podía ser de otra manera ya que la poesía y Lorca es el hilo conductor de la trama.